Sin respetarse es imposible dialogar. Y sin dialogar es imposible coordinar operativos con eficacia ni alcanzar grandes pactos. Cuando se pide respeto, diálogo y tono propositivo en política, se hace sabiendo que tiene consecuencias directas en la vida de la gente. También con los incendios.

Estos días vemos dejarse la piel, y en algunos casos la vida, a bomberos, forestales, militares, fuerzas de seguridad, voluntarios, vecinos y vecinas, funcionarios de emergencias.

Y también a muchos responsables públicos y “políticos”.

Particularmente, a decenas de alcaldes y alcaldesas que, siendo quienes menos medios tienen a su disposición, llevan días sin dormir y sufren como los que más.

Pero, al mismo tiempo, parece que la “alta política”, más mediática, sigue por su carril de crispación y polarización. También en este tema.

Se vienen repitiendo casos de dirigentes políticos al frente de administraciones públicas que, ante un problema como el de los incendios (entre otros), alegan que ellos no tienen las competencias, y señalan como culpables de todo a otros gobiernos (generalmente de signo político contrario).

Un bombero del INFOCAM trabajando en un incendio.

Pero en la frase siguiente pasan a exponer lo bien que lo están haciendo y cuánto están aportando para solucionar el problema.

¿Pero no era competencia de otro?

Nada, lo malo siempre es culpa del otro, y lo bueno siempre es gracias a uno mismo.

Esto genera confusión (en ocasiones intencionadamente, claro). También genera decepción y posteriormente desafección. Más alimento para el populismo y la radicalidad.

Afortunadamente, hemos visto excepciones importantes estos días. Particularmente, los alcaldes y alcaldesas suelen estar mucho más centrados en encontrar soluciones para sus vecinos que en apuntarse medallas o buscar culpables entre los rivales políticos.

Afrontar desde la política con seriedad el reto de los incendios forestales requiere trabajar en varios elementos.

Necesitamos en general, pero particularmente con los incendios, gobiernos proactivos y no reactivos. Gobiernos que vayan por delante, con una visión clara, previsión y anticipación.

Esto es esencial en áreas como la sanitaria o la educativa. Pero también, especialmente, en materia de incendios. Son muchas las tareas de prevención que pueden llevarse a cabo fuera de la temporada de incendios que minimizan el riesgo y la potencia de posibles incendios futuros.

Estas medidas pueden ayudar en muchas ocasiones, además, a impulsar la economía circular, el desarrollo económico y la sostenibilidad ambiental.

"La actitud y la moral de tropa es esencial para la gestión de estas crisis y lo menos indicado es que la politiquería barata y el enfrentamiento estéril protagonicen momentos así de graves"

En un esquema de competencias casi solapadas entre diferentes administraciones es imposible ser eficaces contra los incendios si no existe una buena coordinación.

El respeto y la educación en las relaciones ordinarias entre responsables políticos de diferentes administraciones es esencial para colaborar y coordinar eficazmente. Estos dirigentes no tienen que ser amigos, pero sí tienen que respetarse, y ser capaces de tener una conversación seria y de coordinar instrucciones en un momento crítico.

Esto no es importante solamente para que las instrucciones y la cadena de mando sean claras y eficaces. También lo es para que bomberos, militares, voluntarios, cuerpos de seguridad y ciudadanos en general vean respeto y colaboración entre sus mandos y dirigentes.

La actitud y la moral de tropa es esencial para la gestión de estas crisis, y lo menos indicado es que la politiquería barata y el enfrentamiento estéril protagonicen momentos así de graves.

Una iniciativa interesante de coordinación, dado el esquema competencial existente y la realidad de que los fuegos no entienden de fronteras, sería articular esa importante propuesta de pacto de Estado a través de una conferencia de presidentes monográfica, fijando la estrategia de prevención y de coordinación.

Detención de un presunto pirómano. Guardia Civil

La lucha contra el fuego requiere de músculo. Medios técnicos y humanos.

Y esto es política de servicio público. Ni bomberos privados para proteger urbanizaciones de ricos, ni comarcas con voluntarios haciendo guardias, sirven para evitar ni combatir eficazmente el fuego.

Se trata de hacer robusto un servicio público de prevención y extinción de incendios. Y esto requiere financiación. Que se consigue con impuestos. Y que se incluye en los Presupuestos.

Esta financiación debe incluir las capacidades técnicas; los medios humanos, con la necesaria mesa de coordinación con sindicatos para mejorar sus condiciones laborales todo el año; las ayudas urgentes e inmediatas a los afectados; y las infraestructuras y grandes actuaciones de prevención y de reconstrucción.

La ciencia explica el cambio climático. No como fenómeno político sobre el que pelearse, sino como fenómeno ambiental que debemos introducir en el coctel de decisiones políticas que debemos tomar si queremos que sean eficaces. Y esto afecta decisivamente a los incendios.

La ciencia nos ayuda precisamente a hacer previsiones y así ser más eficaces en la prevención. Y la tecnología nos ayuda a diseñar mejores medios para actuar preventivamente y luchar contra el fuego.

Felipe González ha dedicado muchos esfuerzos en los últimos años a sensibilizar sobre los megaincendios. Algunas iniciativas que ha planteado, a través de diferentes foros, organizaciones y jornadas, se recogen en este artículo.

Pero, sobre todo, es muy interesante el enfoque que plantea al abordar este fenómeno: Megaincendios: entre el caos y la oportunidad.

La política tiene que ser eficaz para evitar el caos y, además, para aprovechar la oportunidad de desarrollo tecnológico y de aprovechamiento de la energía que suponga la prevención de incendios y la gestión sostenible de nuestro entorno ambiental.

Estamos hablando de asuntos de grandes políticas que requieren grandes respuestas. Y esto nunca puede pasar por politizarlo todo como sucedió, por ejemplo, con la Dana de Valencia.

Aprendamos un poco de nuestros errores y centrémonos en ser eficaces, y en que las cosas y los servicios funcionen.

*** Juan Lobato es técnico de Hacienda y diputado en la Asamblea de Madrid.