Cuando Estados Unidos elige un nuevo presidente o reelige al que ya tiene, no hay ni que decir que la noticia tiene una repercusión mundial enorme. A veces es difícil hasta para los propios estadounidenses comprender cuán importante es lo que sucede en EEUU para el resto del mundo.

Las elecciones de este martes afectarán a todo el planeta de una u otra manera. El mundo está pendiente de si la pesadilla de Trump llega definitivamente a su fin. Aunque Biden gane, la historia seguirá girando en torno a Trump. La otra gran noticia será la elección de Kamala Harris como la primera mujer vicepresidenta.

Esto puede parecer injusto para Biden, quien, en su tercer intento, finalmente cumplirá el sueño de su vida. Todos los políticos tienen grandes egos y una pizca de narcisismo, pero Biden podrá tener la profunda satisfacción de ser el hombre que ponga fin a la etapa de Trump en la Casa Blanca.

Estas elecciones no han versado sobre ideología o política, sino sobre carácter. Hillary Clinton también trató de hacer campaña sobre el carácter, pero en 2016 muchos votantes no creyeron que Trump fuese a llevar su estilo grandilocuente, infantil y maleducado con él a la Casa Blanca.

La aclamada escritora estadounidense Maya Angelou nos dejó algún buen consejo: “Cuando te muestren quiénes son realmente, créeles a la primera”. Estos años, hemos sido testigos de cómo Trump ha gobernado exactamente como dijo que lo haría en la campaña de 2016. Se ha mantenido fiel a su opinión de que el resto del mundo se está aprovechando e incluso riendo de Estados Unidos.

Trump ha seguido poniendo sus propios intereses por delante y no ha mostrado ninguna lealtad a quienes le fueron leales. Guiña un ojo a los supremacistas blancos, coquetea con hombres autoritarios, se auto-engrandece sin cesar, culpa a todos menos a sí mismo y tuitea teorías de la conspiración y mentiras descaradas a toda hora. Mucha gente pensó que el peso del despacho sacaría a relucir un comportamiento más presidencial en él, precisamente porque no le creyeron cuando nos enseñó a todos quién era en los meses previos a las elecciones de 2016. Ahora lo sabemos muy bien.

Lo que Biden nos ha mostrado es que es un antídoto constante y competente para estos tiempos de zozobra

Biden también nos ha mostrado quién es. No sólo durante esta campaña, sino durante décadas de servicio como senador y vicepresidente. Su campaña puede haber parecido algo aburrida, monótona, pero en comparación con la sobreestimulación a la que hemos sido sometidos, esto nos produce cierto alivio.

Dicho esto, mucha gente en España me ha dicho que no es un buen candidato, y sospecho que es porque no es el tipo de figura transformadora que hemos visto en otros Demócratas como Obama, Bill Clinton o Kennedy. Pero es que no todos los candidatos ni todos los presidentes tienen por qué serlo.

Lo que Biden nos ha mostrado es que es un antídoto constante y competente para estos tiempos de zozobra. Si bien es cierto el dicho de que los Demócratas se enamoran y los Republicanos se alinean, creo que esta vez los Demócratas no necesitaban enamorarse. Los datos respaldan esta afirmación: no votan tanto en favor de Biden como en contra de Trump. Puede parecer triste, pero las elecciones van muchas veces de elegir entre el menor de los dos (o tres, o cuatro) males.

Si Biden gana, todos tendremos que superar nuestra adicción al ritmo endiablado de tuits y de noticias constantes. Sería un sueño para muchos, especialmente para mis compañeros periodistas; pero no será fácil. Los tuits de Biden están escritos por su gabinete de comunicación. No sorprenden ni nos permiten hacernos una idea de lo que está pasando por su cabeza. Las cosas se volverán más aburridas. En vez de estar luchando por superar el último exabrupto racista de Trump en Twitter, nos veremos obligados a profundizar en el territorio más sutil de las políticas y de la diplomacia.

Así que, aunque el titular podría ser que Trump ya no será el llamado líder del mundo libre, lo importante es que el abuelo Biden estará ahí, reconstruyendo los Estados Unidos y restableciendo relaciones de trabajo normales con nuestros aliados de toda la vida. Puede que tengamos que acostumbrarnos a la nueva normalidad de la Casa Blanca, pero en estos tiempos agotadores, un poco de normalidad podría venirnos muy bien a todos.

*** Alana Moceri es experta en relaciones internacionales, escritora y profesora de la Universidad Europea de Madrid.