Desde el coche, camino del monasterio de San Millán de la Cogolla, Íñigo Urkullu, presidente vasco, le arrancó a Pedro Sánchez su renuncia al ejercicio del mando único contra la pandemia. Con un simple telefonazo, y la amenaza de boicotear la reunión de los gobiernos autonómicos, logró que el presidente del Consejo de Seguridad Nacional de España desertase de sus obligaciones indelegables.

Pero, conviene no fijarse en el dedo, cuando aquí la luna es el proceso subyacente de imposición de una España plurinacional por quienes, ahora, se sienten reforzados con la asimilación del PSOE para su causa. En la ofensiva contra Madrid, olvídate de Ayuso; esta no es una cuestión de salud, de la mejor o peor estrategia contra el virus, es un asunto de poder territorial en el que estorba la capital de España.

La presidenta de la Comunidad de Madrid no representa mi modelo de buen gobierno, pero hay que andar muy despistado para no ver de dónde procede la obsesión contra Madrid. Olvidémonos del dedo, centremos la mirada en la Luna, en cómo reaccionan frente al crecimiento económico de Madrid, disparado en la última década, las tropas plurinacionales.

Aquí, en EL ESPAÑOL, Cristian Campos publicó un excelente análisis sobre un estudio del Invie-Universidad de Valencia. Su contenido es pura casquería cobrada como jamón de bellota. Mónica Oltra y Ximo Puig pagan por un argumentario para usar en el aquelarre organizado contra la metrópolis madrileña. Un bodrio que no superaría los estándares de calidad de la peor revista científica del mercado. Mala ciencia al servicio de mala política.

No son los únicos en esta guerra contra el éxito económico de Madrid, que se produce cuando España cuenta con uno de los Estados más descentralizados del mundo, justamente. Para conocer la marcha de las operaciones militares del soberanismo, debes buscar en La Vanguardia. Elijo tres ejemplos de textos publicados por el medio del Conde de Godó en los primeros días de octubre, en plena ofensiva contra Madrid.

El conflicto que provocan es entre la España federal de nuestra Constitución y la plurinacional que quieren imponer

Duran i Lleida, nacionalista ahora aliado con el PSOE: “Si el poder político y económico acaparado por Madrid no se centrifuga, el resto de España acabará siendo un erial”. Traducción: “Señor Sánchez, ponga freno al crecimiento de Madrid”.

Enric Juliana: “Madrid se divide definitivamente entre barrios ricos y barrios pobres, cada vez más distanciados y enfrentados”, y añade que se intenta noquear a Sánchez, “en el Campo de Marte de la epidemia”. Que se sepa: los soberanistas simpatizan con el cinturón rojo de Madrid -¿con el de Barcelona?-. Es la guerra, dicen, “una batalla de largo alcance” -contra Madrid-.

El pasado día 13 en el mismo medio, Pedro Vallín no puede ser más transparente. Señala que la pandemia “está reescribiendo el funcionamiento del Estado de las autonomías”. Y se explica: “La Moncloa no ha fiado toda su estrategia al ámbito federal, y mantiene hilos bilaterales discretos, sobre todo con el País Vasco y Cataluña, que serán determinantes en el diseño de la revolución económica que viene”. Al loro, Madrid, que ya se sabe a qué “revolución económica” se refieren, y quién la va a pagar.

Diariamente, en éste y otros medios soberanistas, incluidos los voceros de Iván Redondo en las televisiones de Madrid, alarman sobre un supuesto conflicto entre “nostálgicos del Estado centralista” y partidarios de la España federal. ¡Qué tontería! Nuestro Estado autonómico es federal, y de los más descentralizados del mundo, en la práctica. Manipulan para ocultar que el conflicto que provocan es entre la España federal de nuestra Constitución y la España plurinacional, inconstitucional, que quieren imponer.

Santiago Muñoz Machado, director de la RAE y sabio jurista, lo tiene escrito negro sobre blanco en un libro de divulgación titulado: Informe sobre España. Repensar el Estado o destruirlo. La ofensiva contra la España constitucional va de otra cosa, tiene que ver con cómo se logra que en una comunidad autónoma como el País Vasco, con un 70% de ciudadanos contrarios a la independencia, las fuerzas políticas independentistas acaparen el 60% del Parlamento regional. La respuesta nos la dan los presidentes socialistas Chivite, Iceta, Armengol, Puig, Mendia, o el propio Sánchez. Cada vez se parecen más a ellos; por eso, pactan con el plurinacionalismo con tanta facilidad, y entusiasmo. Un PSOE asimilado.

No es con una guerra contra las nuevas metrópolis de éxito como se logran los mejores equilibrios territoriales

En su camino se interpone Madrid, demasiado grande para ser derribada. Lo comprenderían si leyeran a Paul Collier y su imprescindible El futuro del capitalismo. En la Nueva Globalización, las grandes aglomeraciones urbanas de éxito, que él denomina “Metrópolis florecientes”, son el motor decisivo de la nueva geografía económica. Son “las fábricas del siglo XXI”, nodos en los que se concentra la parte más productiva de la economía. Eso es hoy Madrid, como Londres, París o Milán. Mal asunto para un país si no cuenta con alguna de estas aglomeraciones.

Podrían aprender del gobierno coaligado de Alemania. Ellos sí saben que para poder financiar un gran proyecto de cohesión territorial como el de convertir a ciudades del este –Dresde, Leipzig, Erfurt- en los centros europeos de la futura movilidad eléctrica, necesitan que sus metrópolis florecientes del oeste sigan concentrando riqueza. Su modelo mental es de esta época, el de nuestros divisivos nacionalistas es del pasado.

Así que, cuando piensan en “centrifugar” Madrid, se les podría decir “es la Geografía, estúpidos”. Como explica Collier, no es con una guerra contra esas nuevas metrópolis de éxito como se logran los mejores equilibrios territoriales. La respuesta de este investigador honesto es lo que llama “identidad nacional cooperativa”, la construcción de un “yo nacional” fuerte. Justo lo contrario de la medicina que quieren imponer los plurinacionales que se amontonan en el bloque de la investidura que gobierna España.

Como proponen los del Invie, se trata de reventar la capacidad de atracción de Madrid. En esa ofensiva, van en la dirección contraria a la necesidad de 47 millones de españoles de “un compromiso político generalizado cuyo objetivo sea disminuir las desigualdades geográficas”. Es decir, más cohesión nacional, no menos. Por eso, no alcanzo a entender que los “Teruel existe” se asocien con los de la España plurinacional. O que un partido que se hace llamar Más Madrid vaya de la mano de otro, Compromís, que tiene “menos Madrid” como objetivo.

Desenmascarar es el verbo que más necesita conjugar hoy la Nación. Afortunadamente, Madrid es muy fuerte, capaz de generar en toda España flujos y lazos que, en el marco de la nueva geografía del mundo, no podrá desmontar toda esa amalgama de reaccionarios que pretenden parar el reloj de la historia.

Harán daño, pero, qué le vamos a hacer, si Madrid tiene seis letras. ¿Pasa algo?

*** Jesús Cuadrado Bausela es geógrafo y ha sido diputado nacional del PSOE en tres legislaturas.