El PSOE es el triunfador de las elecciones municipales, autonómicas y europeas: ha vuelto a teñir de rojo buena parte de España y ha mejorado en 5 puntos el resultado de las generales sólo un mes después. Sin embargo, no ha conseguido alcanzar todos los objetivos territoriales que se había marcado. Principalmente, porque, pese a su victoria en la Comunidad de Madrid, el PP conservará el gobierno. En Castilla y León puede ocurrir lo mismo.

Aunque se trata de una victoria agridulce, sirve para consolidar el liderazgo de Pedro Sánchez y despeja mucho el panorama ante la investidura y la estabilidad de su gobierno. Sánchez ha ganado la partida a Podemos.

Los populares se enfrentaban a un verdadero reto, más aún tras el descalabro que experimentaron en las generales de abril. El PP no sólo ha logrado continuar siendo el partido más votado en el centroderecha español, sino que además se ha hecho fuerte en Madrid al recuperar el Ayuntamiento de la capital y mantener el gobierno de la comunidad autónoma. Además ha mejorado sus resultados electorales en casi 4 puntos respecto al 28-A. 

Tras la fragmentación del voto en el bloque del centroderecha y su continuado descenso electoral, estos resultados van a suponer un respiro. Pablo Casado ha acabado salvando los muebles, y así podrá comenzar la reconstrucción de su partido. Una derrota dulce con un contrafuerte de ciudades y comunidades gobernadas por alcaldes y presidentes populares mediante pactos con Ciudadanos y Vox. El éxito ha residido en su fuerte estructura territorial.

Ciudadanos, tras el éxito obtenido el 28 de abril aspiraba en esta triple cita electoral a conseguir el ansiado sorpasso al PP, y convertirse así en líder del centroderecha. En ninguna de las 12 comunidades donde se celebraron elecciones autonómicas Ciudadanos quedó por delante del PP. 

En esta ocasión, la sensación de perdedor se ha trasladado de Casado a Iglesias, que queda en situación comprometida

Los de Rivera deberán conformarse con ser la fuerza política clave en grandes plazas autonómicas como Madrid, Castilla y León, Murcia y Aragón, y en otras muchas ciudades, como por ejemplo, Madrid, Alicante, Málaga, Murcia o Zaragoza, donde puede dar el gobierno al PSOE o al PP

El problema es que Ciudadanos parece, de nuevo, haberse quedado corto, y tendrá que pasar otros cuatro años de cogobierno, pero sin ser cabeza de cartel y jugando un papel secundario. Por no hablar de que el experimento de Manuel Valls se ha saldado con un cuarto puesto que sabe a muy poco.

Ahora bien, Ciudadanos ha logrado aumentar su poder territorial de manera notable, ya que no sólo dobla su número de concejales respecto a los que obtuvo en 2015, sino que además incrementa su representación autonómica. Incluso en el caso de las europeas Ciudadanos ha obtenido siete europarlamentarios, es decir, cinco más que en 2014. 

Por todo ello, la sensación de perdedor se ha trasladado en esta ocasión de Casado a Iglesias, debido, principalmente, a la división de Podemos y la consiguiente guerra con Carmena e Íñigo Errejón. Los gobiernos municipales del cambio han durado apenas cuatro años, con la excepción de Cádiz y Valencia, pero aquí ya sin Podemos. A esto hay que sumarle la incapacidad de muchos de sus líderes territoriales para incrementar el número de votos para sumar con el PSOE, salvo en Asturias y La Rioja. Podemos ha perdido diputados en todas las comunidades autónomas, en total 62.

Estos resultados sitúan a Pablo Iglesias ante una situación muy comprometida, en la que podría llegar a cuestionarse su liderazgo. Podemos se ha quedado por debajo de los resultados de IU en 1999, y todas las miradas se vuelven contra Iglesias, que parece haber fracasado en todos los planos.

Podemos ya sabe cuál es su techo electoral pero no su suelo, y eso puede suponer el final de su proyecto

De su relevante presencia municipal en 2015, sólo queda Kichi en Cádiz, que precisamente no es santo de su devoción. En la Comunidad de Madrid, Errejón le humilló, y su apuesta por Sánchez Mato no ha funcionado. De rozar el Gobierno de España con los dedos, tras estos resultados es imposible que pueda mantener un alto nivel de exigencia sobre el reparto de carteras ministeriales. 

A Iglesias no le queda otra que mover ficha rápidamente si no quiere que Podemos sufra el mismo destino que IU. Para ello debe recomponer, pero sobre todo reinventar, el denominado espacio del cambio. Podemos ya sabe cuál es su techo electoral pero no su suelo, y eso puede suponer el final de su proyecto.

Respecto a Vox, ese fenómeno que hace apenas un mes y medio parecía imparable, ha perdido la mitad de sus votantes. Ha pasado de 2.677.000 votos en las generales a 1.300.000 en las europeas. Pese a su descenso, el partido liderado por Santiago Abascal entra en la gran mayoría de los ayuntamientos y autonomías y será decisivo a la hora de constituir los gobiernos regionales de Madrid y Murcia, y ayuntamientos como Madrid, León, Burgos o Granada.

Ahora se abre un periodo para los pactos y para comprobar si las victorias se traducen en gobernabilidad. La fragmentación no hace fácil esta labor, pero ayudarán a clarificar las posibles alianzas no sólo a nivel autonómico y municipal, sino también nacional.

Además estas elecciones han dejado algo claro, los nuevos partidos tienen su techo, y los viejos partidos han salido reforzados. El bipartidismo imperfecto ha vuelto, menos en Cataluña y País Vasco, donde los nacionalistas mantienen.

*** Gema Sánchez Medero es profesora de Ciencia Política y de la Administración en la Universidad Complutense de Madrid.