Vivimos momentos de extrema volatilidad del voto en España, Europa y en el mundo entero. En España las dudas sobre lo que puede pasar el 28 de abril son muchas, aunque poco a poco se ha abierto con fuerza la alternativa de Sánchez, fundamentalmente dentro de la llamada coalición Frankenstein, es decir, PSOE, Unidas Podemos, PNV y los independistas catalanes. 

Bien es verdad que el debate a seis de RTVE fue una clara victoria del centroderecha liderado por Cayetana Álvarez de Toledo, del PP, e Inés Arrimadas de Ciudadanos, que acorralaron a la ministra socialista María Jesús Montero. Hay que destacar que también estuvo brillante la líder -casi colíder- de Unidas Podemos, Irene Montero. Al final hay dos debates más este lunes y martes que, aunque tendrán su valor electoral, no alterarán los posicionamientos actuales.

Todavía está por ver en qué medida se va a producir en estas elecciones generales el efecto Cataluña, que contra todo pronóstico se llevó por delante las espléndidas perspectivas que tenía el PSOE de ganar ampliamente en Andalucía junto con Podemos, transformándose al final en una victoria de la derecha.

Solo queda un único elemento que puede cambiar el resultado final que prevén las encuestas, que no es otro que la victoria de Sánchez con sus complicados pactos hacia una izquierda más radical y sobre todo pactando con nacionalistas e independentistas: la única opción de victoria del centroderecha pasa por un acuerdo entre el PP y Ciudadanos.

Me explico, si no se produce ningún pacto entre PP y Ciudadanos, el Congreso quedará en manos del PSOE, Podemos y nacionalistas independentistas, cada uno exigiendo lo suyo, con grave daño para la integridad de España. Otro tanto ocurrirá en el Senado, que quedará mayoritariamente en manos del PSOE, imposibilitando así cualquier aplicación del artículo 155 en Cataluña.  

La alianza cambiaría una derrota pronosticada por una victoria casi segura tanto en el Congreso como en el Senado

El acuerdo de último minuto entre PP y Ciudadanos sería doble: para el Congreso y para el Senado. En el Senado consistiría en retirar ambos partidos parte de los candidatos, dejando tres en total por provincia, en lugar de llevar tres cada uno. Ambas formaciones tendrían que llamar a sus votantes a votar a los tres acordados. La distribución de senadores se debería hacer en función del peso concreto y el atractivo que tuviera cada partido en cada provincia. En este sentido, los senadores de Cataluña podrían ser más de Ciudadanos, los gallegos, vascos y gran parte de Castilla y León podrían ser más del PP, y concretar un reparto más equilibrado en otras zonas.

Para los diputados no quedaría más remedio que hacer lo mismo, pero en este caso sería con la retirada de listas completas de diputados en determinadas provincias. Por ejemplo, en Galicia y País Vasco se podría retirar Ciudadanos; en Cataluña básicamente se podría retirar el PP; en Castilla y León se podrían repartir las provincias, pero retirándose más Ciudadanos que el PP; y en las provincias donde haya una suficiente cantidad de diputados cabría que cada uno presentara sus propias candidaturas. 

Si llegara a concretarse este acuerdo, el centroderecha pasaría de tener una derrota pronosticada a una victoria casi segura tanto en el Congreso como en el Senado. El grave problema que ambas formaciones tienen es la lucha por el liderazgo del centroderecha. Todas las encuestas hasta ahora dejan claro que el segundo partido es el PP y Ciudadanos está a una cierta distancia; es muy difícil que esto vaya a cambiar, por lo que queda claro que, de momento, en estas elecciones la victoria del espacio electoral de centroderecha es para el PP

Si no se da este pacto, el Senado estaría formado por mayoría del PSOE, habría una gran proporción de senadores del PP y muy escasos senadores de Ciudadanos, como ya ocurriera en las pasadas elecciones. El acuerdo podría cambiar las cosas y dar la victoria al centroderecha, con un PP con más senadores y con Ciudadanos también con una proporción bastante atractiva y posiblemente clave para alcanzar la mayoría absoluta en esta Cámara.

En el Congreso de los Diputados la incidencia de este pacto entre PP y Ciudadanos les aseguraría entre 20 y 30 diputados más de los que tendrían sin este pacto. Ahora mismo, Sánchez se pasea por el escenario político español como el gran triunfador mientras en el centroderecha reina la tristeza y la desolación. Sin duda, esta posible alianza daría ánimos, lo que provocaría una mayor participación y más apoyo electoral.

Una derrota electoral del centroderecha en las generales tendrá un efecto negativo en las europeas y municipales

En otro orden de cosas, no solo se está discutiendo el liderazgo de centroderecha. PP y Ciudadanos tienen un peligro a su derecha con la potente irrupción de Vox. Creo que este acuerdo podría arrancarle votos a Vox en favor de esa coalición, e incluso limpiar un poco la imagen de derechización que la formación de Santiago Abascal les puede contagiar a PP y Ciudadanos.

Como la duda es cuál será el resultado, podrían aceptar como indicador de su acuerdo electoral una media del resultado de las últimas encuestas, repartiéndose así los porcentajes de los posibles candidatos.

Sólo 28 días después del 28-A habrá elecciones en 13 autonomías, municipales en toda España y elecciones al Parlamento europeo. Pues bien, una quiebra electoral del centroderecha en las generales tendrá un efecto negativo en el resto de elecciones, que en otras condiciones debieran ser un festín para el centroderecha.

Prácticamente estoy seguro de que este acuerdo es posible y es muy potente, pues abre las puertas de la victoria al PP y a Ciudadanos, y les asegura que la convocatoria  del mes que viene sea un paseo electoral. No lo llegarán a hacer por falta de coraje, iniciativa y por miedos torpes, pero como todo en la vida, o se hace por amor o se deberá hacer por temor.

Sus militantes tienen claro que esto que describo es tal cual como digo. Después de la derrota reclamarán a los dirigentes de ambas fuerzas la responsabilidad de haber dejado ganar al rival y dado pie, de nuevo, al gobierno Frankenstein que entregará España a la izquierda radical y puede generar un problema constitucional y territorial grave.

*** Carlos Malo de Molina es politólogo y consultor político.