La lectura de los titulares de los medios de comunicación catalanes pudiera producir la impresión de que en aquella región existe un rechazo visceral a todo lo castrense, rechazo exacerbado además por las autoridades de signo político separatista, lo cual no obsta a que la Generalidad quiera dotar a sus Mozos de Escuadra de fusiles de asalto Heckler & Koch cal. 9 mm. y cal. 5,56 mm., de uso inequívocamente militar y no meramente policial. 

Sin embargo esa impresión puede resultar equivocada. Históricamente, por un motivo u otro, Cataluña ha producido militares célebres: en los siglos XIX y XX, Prim (Guerras Carlistas y Guerra de África, 1860); Cabrera (Guerras Carlistas); Maciá (levantamiento separatista de Prats de Molló, 1926); Batet (aplastamiento del levantamiento separatista en Barcelona, 1934); Saliquet (alzamiento de 1936 y Guerra Civil) y así hasta un largo etcétera.

Por otra parte, numerosas unidades de nuestro Ejército han estado asociadas a personas o a lugares y ciudades de Cataluña: Voluntarios Catalanes (expediciones a California y Alaska y Guerra de Árica, 1860), Brigada de Montaña Urgel IV, Batallones de Cazadores Reus, Figueras, Barcelona, Gerona; Brigada de Paracaidistas Almogávares VI, Grupo de Operaciones Especiales Tercio del Ampurdán IV, entre otros. 

Hace unos años, cuando se rumoreó la posibilidad de cerrar la Academia General de Suboficiales de Talarn (Lérida) o de trasladarla a Valladolid, las autoridades locales y regionales pusieron el grito en el cielo y pidieron que se mantuviera el acuartelamiento, entre otras razones, por ser de importancia para la economía del lugar y de la comarca. De modo que, frente a las expresiones de algunos políticos radicales de rechazo a todo lo que tiene que ver con el Ejército, a la hora de la verdad toda localidad de alguna importancia quiere tener su pequeña guarnición

La reconstitución del Batallón Cataluña IV, cuya antigüedad se remonta a 1762, contrarrestaría las ínfulas separatistas

Y no solo por su relativa relevancia económica, sino porque la existencia de instalaciones militares es un foco de vocaciones castrenses para los jóvenes de las localidades donde las bases y cuarteles se encuentran. Tengo entendido que, a pesar de los esfuerzos dialécticos de los separatistas, las jornadas de puertas abiertas en los cuarteles del Regimiento de Infantería Arapiles nº 62 en San Clemente Sasebas (Gerona) y El Bruch (Barcelona) son un verdadero éxito y según los mass media los jóvenes catalanes hacen cola para interesarse por el Ejército, incluso por encima de la cifra proporcionalmente registrada en otras regiones de España. 

Así las cosas, ¿por qué no reconstituir el Batallón de Cazadores de Montaña Cataluña IV, en Berga (Barcelona) donde estaba ubicado hasta que fuera disuelto en 1993 y que había sufrido un ataque terrorista de ETA en 1981? Berga es una localidad prepirenaica, muy bien comunicada con Barcelona por la autopista E-9 (Orleans-Barcelona), y con una apreciable tradición de plaza militar precisamente de tropas de montaña. La reconstitución del Batallón Cataluña IV, cuya antigüedad se remonta, al parecer, a 1762, contrarrestaría las ínfulas separatistas y concitaría vocaciones castrenses, además de llevar prosperidad económica a la población. 

La orgánica no debiera ser problema. Cabría encuadrar el Batallón Cataluña en el Regimiento Arapiles, en cuyo caso este regimiento quedaría con tres batallones, el Badajoz, el Barcelona y el Cataluña, lo que en nuestra orgánica actual no es lo normal. Pero podría adscribirse el Cataluña al Regimiento de Cazadores de Montaña Galicia nº 64 que cuenta con un solo batallón, el Pirineos I/64; y está en la misma Brigada Aragón I. 

También sería una ocasión para que los paisanos aprendieran que las banderas de España y Cataluña tienen el mismo origen. Los cuatro palos de gules sobre campo de oro de la Corona de Aragón que el Rey Carlos III trajo a España desde Nápoles, uno de los reinos subsidiarios de aquella.

*** Eduardo Fungairiño Bringas es Fiscal de Sala del Tribunal Supremo jubilado.