Según una fuente digna de todo crédito, en el último Consejo de Ministros se barajaron diversas opciones, una vez se aprobara el decreto-ley de exhumación del general Franco del Valle de los Caídos y se levantara la pesada losa que cubre la tumba desde 1975.

1ª. Franco no está en la tumba. El féretro está vacío.

El CNI advierte de esa posibilidad. Carmen viuda y Carmen hija pudieron decidir enterrarlo secretamente, con nombre supuesto, en una aldea gallega para evitar, en el futuro, cualquier profanación. Dado que ambas han fallecido se ignora por completo la ubicación del féretro. Además la primera y segunda Carmen no se lo dijeron a la tercera Carmen, ante el temor de que la nietísima vendiera la exclusiva al Hola.

2ª. Búsqueda del féretro y pago de recompensa.

Para desviar la atención de este engorroso asunto de la tumba vacía, el ministro de Cultura propuso consignar una partida de cinco millones de euros y que se encargara a dos historiadores rigurosos e imparciales, Ángel Viñas y Paul Preston, subvencionar al amplio elenco de historiadores especializados en la Guerra Civil, a fin de que sondeen en los documentos de los ministerios de la época de Tierra, Mar y Aire sobre la posible localización del féretro.

Se podría establecer una recompensa de un millón de euros al que consiga encontrarlo. La ministra de Defensa y el del Interior advierten de que la búsqueda del cadáver puede convertirse en una fiebre similar a la búsqueda del tesoro que altere la paz y tranquilidad debida en muchos cementerios españoles.

3ª. Franco se conserva incorrupto y, además, sonríe.

Entre el embalsamador y los años, el rostro de Franco, con un rictus de amplia sonrisa, se encuentra mejorado en comparación con las fotos tomadas en el Hospital de La Paz de Madrid y filtradas por el doctor Martínez Bordiú.

El prior y el Vaticano, ante esta evidencia milagrosa, consideran seriamente retener el cuerpo incorrupto y en buen estado del General y exponerlo en un lugar privilegiado de la Basílica, en una urna blindada de cristal.

Marlaska (Asuntos religiosos) y Borrell (Exteriores) advierten de la intención del prior de iniciar un expediente de beatificación en Roma y conseguir que el Valle de los Caídos (al que no iba casi nadie, antes de Zapatero) se convierta en un santuario de peregrinación, no sólo de españoles sino de buena parte de los ochenta millones de turistas que nos visitan cada año.

Un dictamen de la Comisión de la Verdad de la Memoria Histórica informa al presidente Sánchez de las dificultades que, hasta el todopoderoso presidente de Rusia, Vladimir Putin, ha tenido y tiene con la momia de Lenin.

4ª. Franco se encuentra momificado, apergaminado.

En ese caso la ministra de Sanidad señaló que es posible una cierta reducción y enterrarlo en un lugar alejado del Valle, de acuerdo con los deseos de la familia y previo acuerdo con el prior.

Marlaska señala el elevado coste de la vigilancia policial de la nueva tumba y las altas posibilidades de que devotos y partidarios del General, exhumen el cuerpo y, a la manera de la Edad Media y hasta el siglo XIX, se trocee el cadáver (como el brazo incorrupto de Santa Teresa) y se repartan reliquias de Franco por todas las capitales de provincia españolas. “Peor el remedio que la enfermedad”, sentenció la vicepresidenta Carmen Calvo.

5ª. Incineración y lanzamiento al espacio.

El ministro de Ciencia y Tecnología, el astronauta Pedro Duque, sugirió la posibilidad de la incineración y, dado que hasta las cenizas podrían ser objeto de discordia o veneración, se podía aprovechar el lanzamiento del inminente satélite de Hispasat, habilitar un pequeño depósito para las cenizas y convertir a Franco en extraterrestre, dando permanentemente órbitas alrededor de la Tierra. A esto se opuso Borrell, alegando que sería una suerte de confirmación del milagro de la Ascensión de Franco a los cielos.

Después de un acalorado debate de más de dos horas, más propio de una junta de vecinos que de un solemne Consejo de Ministros, Sánchez decidió posponer sine die la aprobación del decreto-ley sobre la exhumación del general Franco.

*** Guillermo Gortázar es historiador y abogado. Su último libro es 'El salón de los encuentros', Madrid, Unión Editorial, 2016.