Mariano Rajoy: Cardenal Mendoza

Por longevidad en el cargo, Rajoy debería ser un brandy Cardenal Mendoza de 1981, que es el año en el que Rajoy empezó a cobrar del presupuesto público como diputado del Parlamento gallego. Pero si nos vamos a la esencia del personaje, la cosa no pasa de una crema de orujo: una bebida de casino, dulzona, diseñada para el paladar de un jubilado y capaz de cansar hasta al más curtido a partir del segundo trago. 

Pedro Sánchez brinda con fino en la Feria del Caballo de Jerez de la Frontera EFE EFE Jerez de la Frontera

Pedro Sánchez: Sambuca

A Pedro Sánchez le pegan las bebidas de masculinidad media pero de escasa sofisticación. Pongamos una sambuca (un licor dulce italiano similar al anís) con café y hielo. Aunque, siendo sinceros, lo que le pega a Sánchez, como a todos los socialdemócratas de la modernidad líquida, es el agua. Con gas, si tiene el día rockero. 

Pablo Iglesias: Zhigulyovskoe

Aparentemente, los gustos culinarios de Lenin rivalizaban en elegancia con los de un jabalí y quizá sea esa la razón de que no hayan pasado a la historia del comunismo, pero sí se sabe de su amor por la Zhigulyovskoe, la cerveza típica del Volga, su región natal. Supondremos entonces, por pura analogía, que al líder de Podemos le tira la Mahou. Bebida a morro y, por supuesto, con la botella agarrada por el cuello (jamás por el cuerpo: eso sería burgués). 

Albert Rivera: Negroni

Albert Rivera es el caso contrario de Pedro Sánchez: le encaja algo poco masculino, pero relativamente sofisticado. Por ejemplo, un Negroni (Vermut rojo + Campari + Ginebra + hielo). Trasegado preferentemente en algún speakeasy barcelonés de moda, como el Paradiso. 

Carles Puigdemont brinda con la ministra de Agricultura en la feria Alimentaria Toni Albir EFE Barcelona

Carles Puigdemont: Gran Juvé y Camps

De cajón. Un cava Gran Juvé y Camps de 42 meses de crianza y servido a 7-8 ºC. Marida a ladrillazos con los mejillones y las patatas fritas típicas de Bélgica, pero el exilio obliga a la flexibilidad en los menesteres del bebercio. 

Sáenz de Santamaría: Yamazaki Mizunara

Si hacemos caso a la leyenda, deberíamos remitirnos a algo robusto, contundente y exquisito como un whisky Yamazaki Mizunara de 2017 (1.000 € por lo bajo). Pero atendiendo no tanto al mito propagado por sus secuaces de la prensa madrileña sino a los resultados en la práctica de su labor en el tema catalán, nos vamos a tener que ir hasta una crema de cacao de supermercado. Escojan ustedes la que prefieran. 

Inés Arrimadas: Pepetonic

Aquí no cabe duda: un Pepetonic (Tío Pepe + tónica + hielo), la versión 2.0 del tradicional rebujito. Veraniego, fresco, con denominación de origen jerezana e infinitamente menos rancio que el tradicional gintonic. 

Santiago Abascal: Diplomático

A ver. Estamos hablando de un hombre que sube montañas con la vista puesta en el horizonte mientras recita a Rudyard Kipling. Le pega algo muy épico. Como un ron negro Diplomático de doce años, que será venezolano pero que derrite paladares. O mejor aún. Un vodka de esos con escorpión dentro. Aunque Abascal es capaz de comerse el escorpión, aguijón incluido, y desdeñar el vodka. O invertir el método de fabricación. ¿Para qué meter un escorpión en una botella de vodka cuando puedes obligar al escorpión a beberse la botella de vodka a puñetazos y comértelo luego todavía vivo?

Ada Colau: Vino rosado

Algo poco memorable y escasamente comprometido. A poder ser, beato y difícil de maridar. Por ejemplo, un vino rosado de esos pensados para gente a la que no le gusta el tinto ni el blanco ni, ya puestos, el vino. Además, los rosados no suelen durar mucho más de un año en buen estado, lo que no me negarán que le encaja a la perfección a un personaje destinado a la caducidad rápida. 

Manuela Carmena: Pippermint Marie Brizard

No me pregunten por qué, pero yo veo a Carmena muy de Pippermint Marie Brizard. Y también la veo añadiéndole un par de cucharadas de azúcar a cada vaso.

Juan Carlos Monedero: Miche

Monedero debe de ser ferviente partidario del miche (o myche), una bebida típica venezolana muy conocida entre los campesinos de los Andes y que suele utilizarse para combatir el frío. Es un destilado de hinojo que suele elaborarse con alambiques caseros y que, dicen aquellos que lo han probado, rivaliza en complejidad de sabores con el combustible de un MIG-29. 

Oriol Junqueras: Agua del Carmen

Claramente, agua de toronjil macerada en alcohol. Es decir agua del Carmen. Bebida directamente de un cuentagotas y sin excederse nunca de la cantidad diaria recomendada de una gota y media cada ocho horas. Para atenuar los efectos de tan contundente brebaje, se recomienda santiguarse cuatro docenas de veces después de cada toma. 

Miquel Iceta: Tequila Herradura

Claramente, Tequila Herradura reposado. El original de la región de Jalisco. No, hombre, no: es broma. Yo a Iceta lo veo muy de cocktail con licor de melocotón, zumo de naranja, golpe de lima y nombre de fantasía. Un Absolut on the Beach, por ejemplo. 

Susana Díaz en una caseta de la Feria de Sevilla junto a Pedro Sánchez EFE EFE Sevilla

Susana Díaz: Rubujito

Me encantaría adjudicarle un palo cortado Leonor, un jerez de esos que vale diez veces más de lo que cuesta, pero intuyo que la presidenta de la comunidad andaluza no debe de tener tan buen gusto. Apostaré sobre seguro con el rebujito de toda la vida. Pero de manzanilla pasada (de hasta 9 o 10 años), no de la fina (2 o 3 años), que en algunos momentos rivaliza en insipidez con el agua. 

Juan Carlos Girauta: Bourbon

Girauta es el Keith Richards del Parlamento. Le pega un bourbon de Kentucky bebido a palo seco y sin hielo, agua ni otras capitulaciones monjiles por el estilo. Como el Old Ripy, que recupera una receta de la época de la Ley Seca y que, por lo que me cuentan (no le tengo el gusto), es capaz de levantar a los muertos y ponerlos a cantar aquello de "¡Viven ustedes en Matrix, señores secesionistas!". 

Alberto Garzón: Malibú

Un Malibú con piña. Pero suavecito y bebido con pajita. 

Iñigo Urkullu brinda junto a autoridades de Labastida (Álava) EFE EFE Labastida

Iñigo Urkullu: Artadi Pagos Viejos

Urkullu tiene pinta de sibarita. Le pega un Artadi Pagos Viejos 2012, un tempranillo de cepas viejas (75 años) muy complejo al que le calzaron 94 puntos Parker. Nada mal, en definitiva. Ronda los 80 €, pero el Cupo da para eso y más. 

José Ramón Bauzá: Alfonso Uno de Seis

Con Bauzá lo tengo claro. Un Alfonso Uno de Seis, un jerez "olvidado" procedente de seis botas recónditas que han permanecido ocultas en la bodega González Byass durante décadas y que, obviamente, no tendrá continuidad en el futuro. Que nadie busque paralelismos. O mucho me equivoco o a Bauzá le queda mucha cuerda en la política. Aunque está por ver que sea en el PP. La marca, por cierto, los llama "vinos finitos". El Alfonso Uno de Seis, en concreto, es un oloroso seco muy peculiar y del que sólo se han embotellado 965 botellas. Un oloroso fino, en terminología bodeguera.

Cristina Cifuentes: Trappist Tripel

Se ha escrito por ahí, y tampoco le echen muchas cuentas porque esto del periodismo va como va, que a Cifuentes lo que le gusta de verdad son los huevos rotos con jamón y las hamburguesas Whopper regadas con cerveza. El que sólo bebe cerveza se lo merece, pero puestos a escoger, que sea una Westmalle Trappist Tripel belga, una de las once únicas cervezas Trappist que se producen actualmente en el mundo. 

María Dolores de Cospedal: Leche de pantera

Leche de pantera (leche condensada + ginebra + clara de huevo + canela + hielo picado). Pero con su pellizco de pólvora, que es como dice la leyenda que se servía en los bares a los que acudían los legionarios españoles.