Para empezar no puedo hacerlo sin hacer mención al texto al que asiduamente, por excelencia, se suele hacer referencia a la hora de hablar de la defensa de los derechos humanos, esto es, a la Declaración Universal de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas.

La articulación de los dos principios fundamentales que contiene, la igualdad y la no discriminación, constituyen la piedra angular del resto de normativas internacionales, así como de aquellas que han supuesto un paso hacia adelante a la hora de intentar combatir y erradicar la violencia y la discriminación contra las personas por su orientación sexual e identidad de género.

Si algo queda claro es que son evidentes los avances producidos en el ámbito de los derechos humanos, promovidos por la ONU, hacia el colectivo LGTBI, así como los importantes pasos que se han dado, como el que conmemoramos hoy, 17 de mayo, en que la Organización Mundial de la Salud suprimió la homosexualidad de las listas de enfermedades mentales y por el que celebramos el Día Internacional contra la Homofobia y la Transfobia, un día que debería celebrarse todos los días, ya que en el caso de España supuso abrir las puertas de la libertad, del derecho a ser, permitiéndonos poder vivir libremente nuestra sexualidad sin miedo a ser penalizado por las Administraciones, ya que no hay que olvidar que no hace tantos años se encarcelaba a todo aquel que perteneciera al colectivo LGTBI.

Pese a los avances legislativos en la no discriminación por motivos de orientación sexual hay que ir más allá

No podemos dejar de lado otras acciones de impulso hacia la supresión de trabas, prejuicios y reconocimiento a la dignidad y de la situación en el marco internacional, en que desgraciadamente todavía se encuentran las personas LGTBI en muchos países y regiones del mundo.

En el año 2006, se presentó una Declaración conjunta ante el Consejo de la ONU, firmada por 54 Estados, sobre derechos humanos, orientación sexual e identidad de género, a partir de la cual, se fueron sucediendo distintas resoluciones en este sentido, adoptadas por consenso; mientras que en 2011, dieron respaldo a la Declaracion de los derechos humanos, orientación sexual e identidad de género, 85 países, en la que se llamaba a los Estados a que tomaran medidas para acabar con los actos de violencia, sanciones penales y violaciones de derechos humanos relacionadas contra las personas por su orientación sexual o identidad de género.

Pues bien, pese a la regulación de carácter internacional que se pueda citar, así como lo dispuesto por nuestra Constitución, las inclusiones relativas a la no discriminación por motivos de orientación sexual e identidad de género que se contienen en algunos Estatutos de Autonomía, o bien la reciente legislación integral contra la LGTBifobia aprobada por algunas Comunidades Autónomas, que indudablemente constituyen un paso adelante en la lucha contra la LGTBfobia, resulta necesario ir más allá.

Hay que realizar un inestimable trabajo de concienciación, sensibilización y visibilización del colectivo LGTBI

Nos encontramos ante la obligación de seguir trazando el camino hacia el objetivo de una igualdad real en nuestra sociedad, donde todas las personas tengan los mismos derechos, las mismas oportunidades y por supuesto, las mismas obligaciones.

Resulta a todas luces necesario, enterrar de una vez por todas cualquier rémora que suponga una suerte de discriminación y agravio hacia las personas LGTBI, como lo es que la Organización Mundial de la Salud ubique la transexualidad en el capítulo dedicado a “trastornos de la personalidad y el comportamiento” y la catalogue como “incongruencia de género”.

Pero también es cierto, que hay que realizar un inestimable trabajo de concienciación, sensibilización y visibilización con el fin de socializar y naturalizar la diversidad de todas las personas, reconocer su dignidad, proteger sus libertades y derechos, haciéndolo extensivo a todos los ámbitos, laboral, social, cultural, deportivo, familiar y especialmente en el educativo.

Desgraciadamente, la LGTBifobia sigue manifestándose en todos los ámbitos, y cabe hacer especial hincapié en el relativo a los menores en relación con el ámbito educativo, por resultar especialmente grave y relevante por las consecuencias en el desarrollo que puede acarrear para los menores, al tratarse del período en el que se construye y consolida la identidad y orientación afectivo-sexual.

Tenemos la obligación como Sociedad de respetar la diversidad que nos rodea y de defender el derecho a ser

En lo que refiere a las execrables campañas de fomento e incitación al odio, pergeñadas por la tránsfoba plataforma HazteOír, con explícitos mensajes de ataque hacia la diversidad y la transfobia exhibidos, entre otros lugares, en las inmediaciones de centros educativos, delante de ayuntamientos y otras Instituciones, no solo cabe la repulsa más firme y condundente por parte de las Instituciones, sino también actuar en consecuencia a todos los niveles.

Tenemos la obligación como Sociedad de respetar la diversidad que nos rodea y de defender el derecho a ser, esto es, a que cada uno sea lo que quiera ser sin ser coaccionado por nadie, sin que su libertad, se vea recortada por el miedo a las represalias.

Es cierto que nuestra legislación ha avanzado mucho y prohibe cualquier tipo de discriminación por motivos de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra circunstancia personal o social y que nuestro Código Penal castiga los delitos de odio a quienes lesionen la dignidad de las personas mediante humillación, desprecio o descrédito, no obstante, necesitamos articular mecanismos que respondan con mayor rapidez para impedir todo tipo de ataques a la dignidad y diversidad, más si cabe, por las gravosas e irreversibles repercusiones que pueden producir en el colectivo más vulnerable, los menores.

Hay que trabajar contra la LGTBIfobia especialmente en ámbitos donde hay menores y personas vulnerables

Recientemente, Les Corts Valencianes han aprobado la Ley Integral de Reconocimiento del derecho a la Identidad y Expresión de Género en la Comunitat Valenciana, apoyada por todos los grupos a excepción del Partido Popular, que supone un paso adelante hacia la erradicación de la marginación y la estigmatización de las personas Trans.

No obstante, a día de hoy queda un amplio espectro por recorrer, de forma compartida, tanto a las Instituciones, sociedad civil y colectivos LGTBI, especialmente en lo relativo al ámbito sociocultural, familiar y educativo, puesto que nos encontramos con la necesidad de implementar esta regulación con una Ley valenciana que establezca los medios adecuados para combatir la LGTBfobia, que consolide la protección y el respeto hacia la sociedad actual, diversa, abierta y plural.

Mientras que por otro lado, hay que seguir trabajando en la concienciación, sensibilización y erradicación de cualquier conducta, especialmente en todas aquellas esferas en las que se encuentran los menores y personas especialmente vulnerables. Y es que es en estos ámbitos, en los que paradójicamente debería disponerse de una mayor protección contra la LGTBfobia, se siguen sucediendo situaciones de violencia, en ocasiones obviada bajo la retorcida perversión consistente en su relativización, por tratarse de una violencia de baja intensidad, pero que perdura en el tiempo y que encierra a la víctima su derecho a manifestar su realidad, hasta el punto de negar su propia identidad, condenando a la misma a vivir encadenado el resto de su vida, sin ser libres y sin poder disfrutar de su sexualidad.

Mientras haya una sola situación de agresión o violencia que denigre a cualquier persona habrá que seguir luchando

En este sentido, si nos remontamos al año 2006, en que se adoptaron los Principios de Yogyakarta, en el Principio 16 se establece respecto al Derecho a la educación que “toda persona tiene derecho a la educación, sin discriminación alguna basada en su orientación sexual e identidad de género, y con el debido respeto hacia ésta”. Por lo que resulta necesario incidir a día de hoy, ya no solo en la concienciación en el ámbito familiar y en el personal docente, sino también en los propios menores.

Hay que apostar por la educación en la diversidad, desterrando cualquier tipo de prejuicios, estereotipos, géneros normativos y presiones sociales que puedan desembocar en conductas de LGTBifobia, tarea en la que está llamada a desempeñar un importante papel la articulación de Planes Integrales de Convivencia y Prevención de la LGTBifobia.

Y es que mientras haya una sola situación de agresión, violencia, discriminación, conducta hostil o humillante que denigre a cualquier persona con motivo de su orientación sexual o identidad de género y sigan permaneciendo en silencio estas situaciones, mientras no se implemente de forma homogénea una tutela institucional que forme al personal público de las Administraciones; se sensibilice, proteja y conciencie sobre la diversidad, dignidad, y la libertad para visibilizar la realidad de cada uno, de poco o más bien nada servirán, los trazos que se han dado hacia la igualdad real de las personas LGTBI.

*** Jesús Salmerón Berga es asesor de Ciudadanos en Presidencia de las Cortes valencianas y abogado.