Yolanda Díaz inició ayer su campaña política con una nueva marca, Sumar, pero sin otros políticos con los que conjugar el verbo.

La vicepresidenta de Unidas Podemos eligió el espacio madrileño de Matadero para protagonizar un discurso llamativamente breve (23 minutos), sobre todo tras la expectación generada durante meses.

Díaz recuperó todas las proclamas y tópicos de Unidas Podemos, con las dianas invariables en las energéticas o las grandes fortunas, pero sin la enjundia intelectual fácilmente detectable en Íñigo Errejón o Pablo Iglesias.

Tampoco hubo rastro de la agresividad primigenia del podemismo, que prometía la toma del cielo por asalto. Y sin embargo, Sumar necesitará de revestimientos más sofisticados para diferenciarse.

No basta con la elección del rosa sobre el morado, ni la promesa de una sociedad "de los cuidados" que sustituya la "distopía" actual, para camuflar ideas manidas que han arruinado el destino de tantos países. Sus recetas son las mismas que las de Podemos: señalamiento de "los ricos" y promesa de subidas de impuestos. 

Por otro lado, sorprende la insistencia de Yolanda Díaz en las críticas contra las medidas y actitudes de su propio Gobierno. Es decir, que la vicepresidenta del Gobierno se proyecte como outsider cuando es, junto a Nadia Calviño, la mujer más poderosa del Ejecutivo. Responsable, entre otras cuestiones, de negociaciones tan decisivas como la de la reforma laboral.

Sorprende que en los ataques contra las élites económicas, las relaciones con la Unión Europea o el supuesto maltrato a los riders, en fin, Díaz se presente desde los márgenes, y no desde dentro del comité de decisiones. ¿No habría sido más sensato convencer al presidente en el Consejo de Ministros y, en caso de fracaso, hacer un ejercicio de coherencia y presentar su renuncia?

Hiperliderazgo

No se recuerda un inicio de campaña más individualista en democracia. "El protagonismo es nuestro, y si queréis, yo me sumo", dijo, en profunda contradicción con el evento programado.

Es natural que las campañas tiendan hacia la personalización en los candidatos. Pero ni siquiera con la mesiánica estructura de Unidas Podemos, donde se llegó a imprimir el rostro de Iglesias en las papeletas, se recuerda un mitin en el que participara únicamente el líder.

Díaz compatibilizará la segunda vicepresidencia con un plan partidista de largo recorrido que la llevará por todos los rincones de España hasta las elecciones de 2023. Eso, en tiempos de recesión incipiente e inflación descontrolada, puede alejarla de sus obligaciones.

Yolanda Díaz ha demostrado que con ella no hay sitio ni para teloneros. También que a la izquierda del PSOE hay más sonrisas, pero no grandes cambios. A fin de cuentas, el hiperliderazgo de un hombre ha sido reemplazado por el hiperliderazgo de una mujer.