El discurso del Rey de esta Nochebuena habrá defraudado a quienes le exigían una ruptura total y explícita con su padre. Felipe VI ha preferido pasar la página de Juan Carlos de una forma más sutil.

El Monarca recordó que desde su llegada al Trono se comprometió con unos "principios morales y éticos que nos obligan a todos sin excepciones" y que estos están "por encima incluso" de los lazos "personales o familiares", en lo que es una evidente alusión al Emérito.

Felipe VI deslizó además un mensaje entre líneas que parece estar anunciando alguna medida en el corto plazo. En concreto, cuando habló del "espíritu renovador" que inspira su Reinado "desde el primer día". Ese espíritu es el que le hizo restringir la Familia Real o retirar a su padre la asignación que percibía de Zarzuela.

Gesto de autoridad

Si un mensaje que se esperaba mucho más explícito satisfizo a la Moncloa, es porque tras la calma de las Navidades llegará la tormenta en la Familia Real. Lo que habría sido absurdo -como parecían pretender algunos- es que el Emériro se enterase en la cena de Nochebuena que dejaba de serlo. Cosa distinta es que Felipe VI hubiera tomado antes la iniciativa para llegar a este 24 de diciembre con los deberes hechos.

Porque lo que parece insostenible -aun sin prejuzgarle y respetando su presunción de inocencia- es que Juan Carlos pretenda mantener su condición de Rey Emérito tras los últimos escándalos. Ese título no puede depender de los avances en la investigación de la Fiscalía; está sujeto a una ejemplaridad que él mismo se ha encargado de dinamitar.  

La ausencia de una alusión directa a Juan Carlos en el discurso de Navidad hará sacar toda su artillería a los enemigos de la Monarquía. Ahora bien, habrían arremetido de cualquier forma contra Felipe VI como lo han hecho invariablemente desde que accedió al Trono. Sin embargo, esa posición refleja un gesto de autoridad por parte del Rey, que demuestra que no cede a las presiones que ha venido recibiendo de dentro y fuera del Gobierno en las últimas semanas y que es él quien marca sus tiempos.

"Con todos, para todos"

Felipe VI centró su intervención en la pandemia, es lo que ha cambiado la realidad de nuestras vidas en este último año. Insistió en insuflar ánimo y confianza a los españoles ante los duros meses vividos y también para los que se avecinan. No por casualidad la última palabra de su discurso fue "esperanza". "Ni el virus ni la crisis económica nos van a doblegar", dijo.

Apeló a la "unión y solidaridad" para que España salga adelante "con todos y para todos". Y tuvo una mención expresa para los jóvenes, que "no pueden ser los perdedores de esta situación". "España no puede permitirse una generación perdida", añadió. 

En un momento en el que la Constitución está siendo permanente cuestionada desde diversos frentes, quiso dejar claro que ella "nos garantiza nuestro modo de entender la vida", y que sigue siendo "el fundamento de nuestra convivencia social y política". Tampoco puede pasar desapercibida su mención, en este punto, al "cumplimiento de las leyes". 

Pero en cualquier caso, este discurso se recordará por lo que no dijo explícitamente el Rey, por lo que sugirió y por lo que anticipa. Quienes quisieron convertir las sobremesas de esta Navidad en un debate sobre monarquía o república intentarán utilizar las palabras del Monarca en su contra. Está por ver que lo consigan. Nos atreveríamos a adelantar que no.