Las diferencias entre el Gobierno Central y el madrileño por el control de la pandemia, que el martes parecían resueltas, hoy ya son insalvables. El Consejo Interterritorial de Salud de este miércoles se cerró sin consenso -indispensable según la regulación del mismo para la aprobación de actuaciones sanitarias- pese a que se daba por hecho el acuerdo. Madrid, Cataluña, Andalucía, Galicia y la Ciudad Autónoma de Ceuta, votaron en contra.

Pese a ello, a la salida de la reunión, el ministro de Sanidad anunció que someterá a Madrid a unas restricciones que, si el martes por la noche se anunciaban como fruto de un pacto, ahora son una imposición de Moncloa. Según arguyen las autoridades madrileñas, es la falta de consenso lo que inhabilita en el plano jurídico cualquier actuación del Ejecutivo central en la región.

Choque frontal

Resulta evidente que ahora vamos a un choque frontal que acrecienta aún más la perplejidad de los ciudadanos, sometidos irresponsablemente a una gran incertidumbre. Ni Salvador Illa puede ya decir que no publicará en el BOE las medidas anunciadas, ni Díaz Ayuso que va a cumplir una orden que considera inválida jurídicamente.

Así las cosas, al final tendrá que ser un juez el que decida quién tiene razón y qué hay que hacer. Una situación lamentable que demuestra el fracaso de las autoridades en un asunto en el que han acabado pesando más los criterios políticos que los técnicos y científicos.

Más desconcierto

La supuesta voluntad de diálogo, cooperación y mano tendida se ha visto que no era tal. Y por eso asistimos a una intolerable judicialización de la Salud diez días después de que Pedro Sánchez y Díaz Ayuso prometieran unidad y consenso.

Elevar a los tribunales una cuestión perentoria como la gestión de la pandemia redunda en el desconcierto general y en que los ciudadanos se sientan doblemente vulnerables: frente al virus y ante sus políticos. Ni los madrileños ni el conjunto de españoles merecían este desenlace. A una situación así le encaja una de las frases del inmortal Quino: "Lo peor es que el empeoramiento empieza a empeorar".