La presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, confirmó ayer su promesa electoral de una bajada de medio punto en la totalidad de los tramos del IRPF en la actual legislatura. Lo hizo durante su intervención inicial en el debate sobre el estado de la Comunidad y con el "gran objetivo" de "la recuperación económica" y la implantación de una "fiscalidad justa" en la que "pagar impuestos sirva y tenga sus beneficios". 

No obstante, este alivio al ciudadano coincide dramáticamente con la realidad que arrojan las cifras de la Covid en Madrid, con 90 fallecidos en el último fin de semana y la lógica necesidad de aplicar medidas aún más drásticas que volverían a impactar directamente en la ya muy tocada economía madrileña. De hecho, cuando se acaben de fechar todas las pruebas pendientes, Madrid superará los 20.000 contagios, o lo que es lo mismo, los 3.000 por día. Una auténtica barbaridad.

450 euros

Según ha detallado la presidenta en lo relativo a la fiscalidad, se trata de ir reduciendo la carga de impuestos en los cinco tramos del IRPF autonómico hasta conseguir, según ha explicado Ayuso, que los "contribuyentes madrileños lleguen a pagar un 5,5% menos" en un intento de aligerar las cargas fiscales y en un momento especialmente delicado. El dato es tan simple como elocuente: un madrileño que gane alrededor de 30.000 euros anuales pagará 450 menos que un catalán. 

Una disonancia que se explica en la medida en que los ciudadanos de Cataluña se ven obligados a asumir el impuesto revolucionario del independentismo gobernante: impuestos que sufragan desde el procés a las embajadas catalanas incluyendo esa herramienta de proselitismo separatista que es TV3. La sangría catalana que ni la pandemia ha frenado.

Cierto alivio 

Es verdad que el perfil político de Isabel Díaz Ayuso es, en ciertos momentos, controvertido. Que la falta de experiencia de Gobierno a veces juega malas pasadas, pero la imagen pública que un ciudadano pueda formarse de un dirigente político no debe opacar la idoneidad de medidas como ésta, porque es el bolsillo del contribuyente el que finalmente determina el sentido del voto y de las simpatías políticas. Especialmente en las circunstancias que nos ha tocado vivir. 

En el fondo, Isabel Díaz Ayuso asume -con el evidente electoralismo- una de las señas de identidad del PP madrileño que pasa por favorecer una fiscalidad lo más razonable posible y que ha convertido a la región en un polo de prosperidad e innovación en detrimento de Cataluña.Y que con la epidemia y cómo la gestione, económica y sanitariamente, se juega mucho. 

Aldea gala

Y hay otra derivada que consiste en ver cómo el Gobierno central trate de torpedear esta aldea gala fiscal de Madrid a través de los mecanismos que tenga a su alcance, principalmente la Ley de Financiación Autonómica.

Ayuso, en esencia, ha mostrado la senda, la de una fiscalidad más justa, que debería ser habitual en el resto de las Autonomías. Y conviene ponderarlo como un estimulante alivio a un madrileño al que le vuelve a cercar, seis meses después, el drama de la pandemia. El más incierto de los futuros.