En apenas veinticuatro horas, Pedro Sánchez trató de resolver la cuadratura del círculo. Por la mañana logró que la crema del Ibex 35 asistiera a su conferencia España puede. Recuperación, Transformación, Resiliencia. Y por la tarde compartió mantel con Pablo Iglesias, su acompañante necesario en la aprobación de las cuentas públicas, que colgaría del árbol con su soga ideológica las intenciones de los grandes empresarios.

En su intervención, Sánchez pidió a los españoles que "arrimen el hombro" con una frase que en realidad no compromete a nada: "Si España quiere, España puede". Y España no quiere protagonizar los peores datos de Europa en términos de pandemia, pero puede hacerlo… y lo está haciendo.

Dicho de otro modo: Sánchez no dijo en la Casa de América nada que no hubiésemos escuchado antes. Baste como prueba la entonación de la “resiliencia” como solución posible, cuando la resiliencia más bien parece una invitación al “o lo tomas o lo dejas”. Hablaba el futuro poseedor de los fondos europeos tan codiciados por el ecosistema empresarial.

Presupuestos urgentes

La foto de Sánchez con el Ibex dejaba clara las intenciones del presidente ante un Pablo Iglesias visiblemente incómodo. El jefe del Ejecutivo, previa declaración de intenciones, ha recibido el aval del empresariado. Pero, por la tarde, volvió a lidiar con quien prohíbe unas cuentas como las que soñaron el grueso de los presentes por la mañana. Y en esa contradicción navega el Gobierno. No hay Presupuestos con Iglesias, pero tampoco puede haberlos sin él.

La sustancia que levanta el laberinto son los impuestos. Ni los empresarios ni la mitad socialista del Gobierno quieren asumir lo que, por otra parte, fue firmado en el acuerdo de coalición: el incremento de gravámenes a “los ricos y a los bancos”. Y Pablo Iglesias ha reiterado su compromiso con ese papel, uno de los pocos gestos que puede mantener de cara a sus bases.

Para más inri, el socio que pretende sumar Sánchez al pacto, Ciudadanos, se ha mostrado contrario a esa tesis. Inés Arrimadas está dispuesta a negociar muchas cosas, pero nunca un incremento impositivo. Otro abismo que Sánchez no podrá resolver mientras vaya de la mano de Iglesias.

La resiliencia

¿Cuál es, entonces, la salida? El secretario general de Podemos podría romper el Gobierno en busca de un proceso electoral que le permitiera dibujarse como la única izquierda pura. Teniendo sus nefastas previsiones electorales -ahí queda la última encuesta de EL ESPAÑOL- Iglesias podría pactar con Sánchez un borrador inconcreto en lo económico para que Arrimadas pudiera firmarlo al mismo tiempo.

El tiempo juega en contra de Sánchez, pero también del común de los españoles. Sin unos Presupuestos sensatos y moderados, los fondos europeos no viajarán a Moncloa. Y sin los fondos europeos, a España no le queda nada más allá de… la resiliencia.