Podemos, la formación que con más dureza atacó al PP por sus casos de corrupción y exigía responsabilidades políticas inmediatas a sus dirigentes por financiación irregular, ha elegido la misma fórmula que Rajoy para no asumir ninguna, ahora que un juez acaba de imputar a su tesorero, al gerente, al secretario de Comunicación y al propio partido.

Los delitos investigados por la Justicia a Podemos son equivalentes a los que en su día se achacaban a los populares: malversación y administración desleal por la existencia de una posible caja B. Pese a la gravedad del caso, ni Pablo Iglesias ni ningún miembro de la dirección de Podemos salió este martes a dar la cara.

Acorralados

Cuando estalló el caso Gürtel, Rajoy habló de una "causa general contra el Partido Popular" y atribuyó las investigaciones a una trama de persecución policial y judicial contra su formación. Ahora, en Podemos, acusan a las "cloacas" y aseguran que este asunto esconde un "intento de derribar al Gobierno".

Acorralados por varias causas, en Podemos se dicen víctimas de "los poderosos" y han empezado incluso a disparar contra los jueces instructores, relacionando sus biografías con una supuesta animadversión hacia sus postulados. Típico de una formación populista y antisistema... pero que en su caso forma parte del Gobierno de España. 

Credibilidad

El mutismo del PSOE desde que se ha conocido la imputación de su socio de coalición es elocuente. Bien podrían recurrir los socialistas a la frase que su entonces portavoz Rubalcaba dedicó a los populares, que atribuían a una conspiración el caso Gürtel: "Un delirio paranoico que no se lo creen ni ustedes".

Está claro que una investigación no es una condena y que sobre Podemos y sus dirigentes debe prevalecer la presunción de inocencia. Pero su problema a día de hoy, más aún que judicial es de credibilidad. Después de haberse pasado años pidiendo cabezas a las primeras de cambio, ahora no están dispuestos a aplicarse la misma medicina.