Desde que a primeros de marzo el Consejo de Ministros aprobó el anteproyecto de Ley de Libertad Sexual a iniciativa de la parte morada del Gobierno, no ha cesado el fuego cruzado entre el PSOE y Podemos. La norma tiene en la ministra de Igualdad, Irene Montero, a su principal valedora, que trata de ganar la batalla del feminismo a sus socios del Ejecutivo.

El texto nació, de entrada, con prisas para poder ver la luz antes del 8-M. Las objeciones razonadas que entonces expusieron la vicepresidenta Calvo y el ministro de Justicia, Juan Carlos Campo, fueron respondidas con ataques personales. Desde Podemos se acusó a Carmen Calvo de estar "celosa" por haberse quedado sin las competencias en Igualdad, y Pablo Iglesias llamó "machista frustrado" a Campo.

Polémica

Aquellas prisas llevaron a que el anteproyecto se diera a conocer sin informes preceptivos como el de Impacto Normativo y la Memoria Económica. Pero además, el documento incorpora aspectos polémicos -como equiparar a las mujeres violadas con víctimas del terrorismo-, y otros de dudosa legalidad, como considerar "agresión sexual" todo aquel acto en el que no haya consentimiento explícito previo por parte de la mujer. 

Hoy en nuestras páginas, la histórica activista Lidia Falcón arremete contra el feminismo que abandera Podemos: "¿Es de izquierdas hormonar a un niño para que cambie de sexo?", se pregunta.

Según Falcón, facultar a un menor a autodeterminarse sexualmente sin contar siquiera con diagnósticos médicos o psicológicos y sin el consentimiento de sus padres es un disparate. Esa autodeterminación es una reivindicación del colectivo transexual, cuyas premisas impregnan hasta tal punto el anteproyecto de Montero que se ha rebautizado como "Ley Trans".  

Carrera

Las posiciones ideológicas de Podemos en este punto no sólo han abierto una guerra dentro del feminismo, sino entre Podemos y los socialistas. Tan es así, que feministas veteranas del PSOE tienen previsto remitir este mismo lunes a todos los diputados del Congreso una carta y un documento con una decena de alegaciones al anteproyecto de ley.

En el fondo, asistimos al intento de Montero por abrir una carrera por el liderazgo del movimiento feminista, y atraerlo hacia Podemos. Como, por una simple cuestión de edad, ella ha sido de las últimas en incorporarse, trata de deshacerse de sus competidoras escribiendo con renglones torcidos y haciendo borrón y cuenta nueva, como si la labor y la opinión de las feministas en los años más difíciles no valieran ahora.