La prima de riesgo ha bajado a los 87 puntos después de que el Banco Central Europeo anunciase que aumentará la compra de deuda de los Estados para tratar de aliviar el escenario económico derivado de la epidemia. A través del denominado Programa de Compras de Emergencia Pandémica, el BCE inyectará 600.000 millones de euros dentro de un programa que se mantendrá hasta finales de junio de 2021 y que ascenderá a 1,35 billones. 

De momento, esta posición del BCE tranquiliza a los inversores y a los países de la Eurozona, que respiran aliviados por cuanto la deuda que no puedan colocar será asumida por el organismo que preside Christine Lagarde. 

Relajar la austeridad

Hay que destacar que este enfoque de la crisis actual es radicalmente diferente al que se empleó en 2008, y continuidad de la política que Mario Draghi puso en marcha en 2012 con su famoso "haremos todo lo que sea necesario". El cambio de actitud de los reguladores europeos es una buena muestra. 

Ahora bien, este balón de oxígeno del BCE y su apuesta por la flexibilidad puede tener una contrapartida desmoralizadora: hacer que los Estados no se sientan presionados a la hora de hacer reformas, paliar el endeudamiento y acometer la necesaria austeridad fiscal.

Truco de perspectiva

El truco de perspectiva al que va a recurrir el Gobierno está claro: exhibir una prima de riesgo mucho más favorable que la de la pasada crisis -en el verano de 2011 la prima se situó en 416 puntos- y tener un argumento distorsionado para vender su política económica cuando, junto con Italia, España es el país de la UE que sufrirá una recesión más grave y donde más aumentarán más el déficit y la deuda. 

Resulta paradójico que la prima de riesgo -tan demonizada y tan presente hace no tanto tiempo-, la misma que llevó de cabeza a Zapatero, acabe siendo una aliada circunstancial de otro presidente socialista.