La estrategia de Pedro Sánchez de ceñir la gestión principal de la crisis del coronavirus a cuatro ministerios en manos del PSOE ha tenido su contrarréplica por parte de Podemos. Este jueves, Pablo Iglesias, rompiendo la cuarentena a la que él mismo se había comprometido por el positivo de su pareja, ha comparecido para explicar las medidas sociales que tomará el Gobierno.

No es una circunstancia menor que sea la segunda vez que el vicepresidente se salta el confinamiento cuando se está apelando una y otra vez a la responsabilidad de los ciudadanos; tampoco el espíritu eminentemente propagandístico de su intervención ante las cámaras, fundado en la idea de que "el coronavirus sí distingue de clase social".

La redundancia

El continuo desfile de ministros en sesiones de mañana y tarde para dar cuenta de los avances y de las medidas a adoptar empieza a resultar banal, porque no hay tantas novedades que trasladar a los ciudadanos. Este mismo jueves, en su mensaje ante los medios, la vicepresidenta Teresa Ribera dedicó la mayor parte del tiempo a repetir los mismos mensajes que antes habían expuesto compañeros de gabinete.

Esta sobreexposición de los miembros del Gobierno puede acabar volviéndose en su contra. Más aún por cuanto pasan los días, el número de contagios sigue multiplicándose y la alarma no deja de crecer. Una cosa es transparencia y otra exceso de protagonismo, y empieza a dar la sensación de que ha comenzado una carrera por ver quién se cuelga las medallas en el Ejecutivo. 

Más dudas

Los datos son preocupantes. Italia ya ha superado en número de fallecimientos a China, y en la evolución de esta pandemia, España se parece a Italia. Si a ello unimos las quejas continuas de los sanitarios por falta de recursos, es lógico que crezcan las dudas en torno a la gestión de esta crisis.

Quizás consciente de que en ese terreno tiene la batalla de la imagen casi perdida, el Gobierno está insistiendo una y otra vez en el mensaje de que "nadie se va a quedar atrás" cuando llegue la recesión económica que también contagia el coronavirus. Pero Sánchez va a necesitar mucho más que retórica para superar con éxito este trance.