Pedro Sánchez ha comparecido este miércoles en el Congreso de los Diputados. En una estampa histórica y con la Cámara prácticamente vacía por las medidas de prevención frente el coronavirus, afirmó que habrá recesión y que sus Presupuestos de "reconstrucción" se presentarán "cuando acabe la crisis".

Ahora bien, la intervención del presidente del Gobierno sacó a la luz la contradicción interna de su discurso. No se puede pregonar mano tendida a todos y luego menospreciar al jefe de la oposición. Y es que, en un claro intento de invalidarle como interlocutor, Sánchez identificó al PP con Vox, y eso pese a que Pablo Casado viene respaldando las medidas del Ejecutivo.

Cortina de humo 

El cierre del discurso de Sánchez, atribuyendo al PP una supuesta "destrucción" de la Sanidad pública, es injusto y sonó exculpatorio. Sobre todo porque, tras una reacción a la crisis que ya se asume como tardía a la luz de las consecuencias, no asomó la más mínima autocrítica en sus palabras. 

Sánchez no ha explicado aún por qué tras China, Italia e Irán, España es el país con más infectados y víctimas mortales a causa del coronavirus. Tampoco la razón por la que países como Alemania o Francia, con una población muy superior, registran muchos menos casos.

Lejos de ello, el presidente lanzó una cortina de humo al anunciar la creación de un Libro Blanco de la Sanidad, una iniciativa que ante la situación dramática que hoy vive el país es un brindis al sol. Lo que ha quedado claro es que el Gobierno no asimiló en su respuesta a la epidemia la experiencia médica de China ni la de Italia en materia de prevención.

Gabinete de crisis

Sánchez pasó de puntillas sobre las zonas oscuras de su gestión de la crisis y ha perdido la oportunidad de demostrar que su ofrecimiento de diálogo es sincero. Salvo que entienda que la unidad significa que todos apoyen lo que él haga.

Si, precisamente, como aseguró, "lo más duro está por llegar", lo consecuente sería formar un gabinete de crisis, casi un gabinete de guerra, codo a codo con la oposición. Hasta ahora el Gobierno está empleando una retórica unitaria pero aplica una dinámica unilateral.