El Mobile World Congress de Barcelona, la cita más importante del sector de las telecomunicaciones, pende de un hilo. La amenaza del coronavirus es tal que sólo este lunes otras seis firmas se han dado de baja, y todo después de que gigantes como LG, Ericsson, Amazon o Nvidia justificaran su ausencia para evitar el supuesto riesgo de contagio. 

Al lógico temor al virus de expositores y visitantes ante un acontecimiento de tal magnitud, que moviliza a multitudes, hay que añadir la improvisación con que la organización ha ido implementando protocolos de seguridad sanitaria según iban retirándose empresas. Tienen razón los participantes al quejarse. Cuando menos, los bandazos han generado una alarma comprensible.

Las dos opciones

En estas circunstancias, el Mobile se debate entre dos males. Si no se suspende, se realizará bajo mínimos y si acaso con la asistencia testimonial de las grandes firmas. Y un Mobile descafeinado podría ser catastrófico para el certamen.

En el caso de suspenderse, además, se corre el riesgo de que las corporaciones punteras comprueben que su ausencia no repercute de forma directa en el volumen de negocio y, por ello, puedan plantearse su participación en futuras ediciones. Conviene recordar que la cita genera un impacto en la Ciudad Condal de 470 millones de euros.

Ambiente incómodo

El contratiempo del coronavirus, sobrevenido, se une a otros problemas que anteriormente han surgido en el Mobile y que sí que son de la entera responsabilidad de las autoridades catalanas. El conflicto del taxi, por ejemplo, y las huelgas de Metro condicionaron otras celebraciones de este congreso. O los desplantes a Felipe VI en la inauguración.

Para más inri, hace unas semanas la web del Ayuntamiento de Ada Colau publicaba un artículo en el que se alertaba del riesgo cancerígeno del 5G, uno de los atractivos de este año. Todo ello genera un ambiente incómodo para un foro de emprendimiento y negocio.

Después de todo eso, la fotografía del Rey recorriendo el congreso con una mascarilla sería un esperpento y un tiro al pie para la imagen del propio certamen y de Barcelona. Conviene curarse en salud. La solución menos traumática sería la suspensión definitiva de esta edición del Mobile. Hasta el año que viene.