Hoy juran o prometen sus cargos los cuatro vicepresidentes y dieciocho ministros del nuevo Gobierno de Pedro Sánchez. Es un gabinete muy similar al anterior por lo que se refiere a las carteras del PSOE, con alguna incorporación positiva, caso de José Luis Escrivá (Seguridad Social), Juan Carlos Campo (Justicia) o Salvador Illa (Sanidad).

Sánchez ha confeccionado el Gobierno más amplio de la Democracia con el claro propósito de neutralizar a sus socios de Podemos. Eso, que de por sí contribuye a la hipertrofia, la disfuncionalidad y al aumento de gasto, vaticina además conflictos por la disputa de algunas competencias.

Habrá fricciones

No es aventurar demasiado que habrá fricciones en áreas como las de Trabajo o Consumo, que dirigen Yolanda Díaz Alberto Garzón, por cuanto algunas de sus competencias se solapan con las de Escrivá, Illa e incluso Nadia Calviño. En cualquier caso, habrá que juzgar al Gobierno por lo que haga a partir de hoy, y es de justicia darle cien días de gracia. 

A la hora de evaluar su gestión serán decisivos dos terrenos: el empleo y la unidad de España. No hay que olvidar que dos gobiernos socialistas como los de González y Zapatero se desmoronaron por la mala evolución del mercado de trabajo; bien es verdad que en el caso del primero también influyeron la corrupción y el crimen de Estado. 

Problema territorial

En cuanto al problema territorial, no podemos ocultar nuestra preocupación por los primeros pasos del presidente. Este domingo aseguró, en una comparecencia en la Moncloa para dar a conocer oficialmente la composición de su equipo, que no hay "nada más progresista que unir a España". Lo dice tras pactar la investidura con ERC y anunciar una próxima reunión con Quim Torra, ignorando a la Junta Electoral y al Supremo que lo han inhabilitado. Qué manera tan rara de de unir España, pensarán muchos.

Ahora bien, visto el remedio que Sánchez ha encontrado para aislar a Pablo Iglesias en el Gobierno, tampoco cabe descartar que haya previsto alguna fórmula imaginativa para contener al separatismo catalán. Y es que el Gobierno que hoy se estrena y que iba a ser "de coalición" ha terminado siendo un gabinete del PSOE de quince ministros y tres vicepresidentes, con una solución habitacional -por seguir la nomenclatura de María Antonia Trujillo, la ministra de Zapatero- para la cuota de Podemos.