La negociación con ERC lleva camino de desangrar al PSOE. Plegarse a los marcos ideológicos del separatismo y asumir la nomenclatura del "conflicto", entre otras cosas, ha extendido dentro de los barones socialistas la idea de que si el apoyo de ERC es un suicidio, el pacto constitucionalista es imposible. Ése es el mensaje descorazonador que hoy por hoy predomina entre muchos dirigentes. 

Es precisamente esa sensación de tierra quemada, de hechos consumados, la que transmiten nombres como Javier Lambán o Emiliano García Page con declaraciones más o menos gruesas. Si bien sus lamentos llegan tarde y mal, son sintomáticos de una sensibilidad dentro del socialismo español que se siente traicionada por Pedro Sánchez. Y sin alternativa. 

Autodestrucción

Sucede que lejos de producirse una verdadera reacción -que es más que imposible a tenor del sentir de las bases- el descontento interno se canaliza de forma autodestructiva. Como confiesan a EL ESPAÑOL destacados socialistas, sienten que el partido está poco menos que "esclerotizado" con el liderazgo de Pedro Sánchez.

Frente a otras ocasiones en las que el PSOE ha hecho de tripas corazón por sentido de Estado, ahora se da como inevitable una componenda con ERC que erosiona pilares fundamentales de la convivencia y que vaticina una legislatura catastrófica. 

Centralidad

Nuestro país afronta unos retos que no van a ser superados con un PSOE que dependa de los populismos y que puede estar inoculando la semilla de una nueva guerra intestina. La centralidad por la que clama Inés Arrimadas es la única solución posible para el futuro de España y para el de los socialistas: así se lo transmitirá el próximo lunes a Pedro Sánchez.

Quizá la reunión con la líder de Ciudadanos sea el último cartucho para el gran pacto que, no hay que olvidar, ha sido obviado por unos y por otros por mero oportunismo. Los 221 diputados en el Congreso a los que apela Arrimadas son una mayoría constitucionalista que ni puede ni debe ser desoída. Aún hay tiempo.