Este jueves se ha producido la primera reunión entre los equipos negociadores de PSOE y ERC de cara a una investidura de Sánchez que los republicanos continúan hoy sin apoyar. Ambos partidos prefirieron remitir sendos comunicados para no tener que dar demasiadas explicaciones a la opinión pública.

Sin más conocimiento, por tanto, que esos comunicados, se constata en ellos la existencia de dos líneas fundamentales. De una parte, ERC se mantiene en sus requisitos inasumibles de "negociar sin vetos", con un calendario y verificadores. De otra, los socialistas asumen alguno de los marcos del separatismo, empezando por el de aceptar por escrito la existencia de un "conflicto político".

Optimismo forzado

La rotundidad de los republicanos contrasta con la tibieza de un PSOE que se anda por las ramas. Mientras ERC exige interlocución "entre gobiernos" (bilateralidad), diálogo "sin apriorismos" (autodeterminación) y "garantías de cumplimiento" (verificadores), el PSOE celebra esta cita como el "primer paso" para "sacar del bloqueo" a España y darle "estabilidad". 

Esa visión forzadamente optimista según la cual el zorro es el animal más adecuado para cuidar de las gallinas, es muy propia del PSC, que participa en estas negociaciones en pie de igualdad con el PSOE. De hecho, la nota oficial habla de "comunicado conjunto de PSOE y PSC tras la reunión con ERC". 

Gobierno progresista

Pero la incredulidad da paso al bochorno cuando, para defender las conversaciones, los socialistas aluden a la necesidad de afrontar la "situación industrial en Cataluña y en el conjunto de España", con particular énfasis en el "sector de la automoción". Un desvelo que, cuando se está debatiendo acerca de la propia supervivencia de España tal y como está concebida en la Constitución, suena a broma macabra.

Pese a la parquedad del PSOE, en la quincena de líneas de su comunicado hay espacio para achacar al PP el deterioro del país por la pérdida de "derechos sociales, civiles y laborales", seguramente con el propósito de descartar la idea de una posible marcha atrás. Y todo, dice, en pos de "dar a España el Gobierno progresista que han elegido los ciudadanos".

El próximo martes, los equipos negociadores proseguirán con unas negociaciones que el propio Sánchez juró y perjuró que jamás se producirían. Ahora ya admite "automóvil" como trampantojo para tratar de justificar lo injustificable.