El éxito de la multitudinaria manifestación de este domingo en Barcelona no tiene que ver con el número de asistentes. De hecho, la participación fue sensiblemente inferior a la del 29 de octubre de 2017, cuando los catalanes vieron en peligro la unidad de España. Hoy ese fantasma se ha conjurado. Al menos de momento. 

La trascendencia real de la marcha de ayer reside en que líderes del PSOE (Ábalos y Borrell), PP (Casado) y Ciudadanos (Rivera) fueron capaces de caminar juntos con un mismo propósito, trabajar "por la concordia y por Cataluña", como decía el lema de la convocatoria de Societat Civil Catalana.

Entendimiento

La proximidad de la cita electoral hizo que unos y otros caminaran juntos, pero no revueltos, e incluso que hubiera cierta esquizofrenia en los discursos. Casado y Rivera volvieron a despacharse a gusto contra Sánchez en las calles de Barcelona por su supuesta connivencia con los nacionalistas mientras, a esa misma hora, el líder del PSOE arremetía contra ambos tratando de identificarles una vez más con la extrema derecha.

Sin embargo, sea cual sea el resultado del 10-N, PSOE, PP y Cs van a tener que darse la mano para hacer frente al desafío separatista. Y será así no sólo por el empecinamiento de las autoridades catalanas, que siguen llamando a la desobediencia pese a ver cómo se desinfla el movimiento separatista. Ahí están las últimas declaraciones de Torra asegurando que la autodeterminación "ya no tiene retorno". El caso es que el panorama que describen las encuestas para después de las elecciones obliga al entendimiento entre los constitucionalistas.

Elecciones

El sondeo de SocioMétrica para EL ESPAÑOL, del que este lunes publicamos la segunda parte, dibuja un Parlamento fragmentado en el que los pactos entre distintas formaciones serán necesarios para salir del bloqueo. La desmovilización amenaza el triunfo de Sánchez, aunque sigue yendo en cabeza, pero el bloque del centro y la derecha ya supera al de la izquierda. Eso sí, la suma de los escaños de PSOE, PP y Cs ofrecería una mayoría rotunda e indiscutible: 237.

Por todo ello, la manifestación de Barcelona, pacífica y sin pasamontañas, que representa a una mayoría de catalanes y del conjunto de los españoles, hay que entenderla como un ensayo general del gran pacto de Estado que necesitará España tras las elecciones. Al tiempo.