Este domingo, y por aclamación mayoritaria de las bases, la plataforma Más Madrid ha acordado presentarse a las elecciones generales del próximo 10-N. El miércoles la formación escindida de Podemos ungirá con toda probabilidad a Íñigo Errejón como cabeza de cartel. No obstante, aún falta por aclarar de qué forma un partido de ámbito regional adquiere implantación en el resto del país, o al menos en las circunscripciones claves en las que esta lista puede ser decisiva.

El último sondeo de SocioMétrica para EL ESPAÑOL da cuenta de que la irrupción de Más Madrid en la carrera de las generales acentuaría la fragmentación que vive la izquierda española. Errejón cosecharía entre 6 y 10 escaños y lo haría, principalmente, a costa de Unidas Podemos pero también del PSOE.

Y no sólo eso, que haya un tercer partido a la izquierda favorecería al centro y la derecha a la hora del reparto de escaños en muchas circunscripciones pequeñas donde se perderían muchos votos que no supondrían obtener escaño alguno. Además se equilibrarían los bloques y volvería a quedar la gobernabilidad en manos de los nacionalistas. Sólo quien sea más inteligente a la hora de tejer alianzas, será quien pueda conformar un nuevo Ejecutivo.

Alianzas

El exfundador de Podemos podría atraer hasta un 23,1% de actuales votantes de Pablo Iglesias. Pero es que el PSOE podría perder un 10% de sus apoyos en beneficio de una formación que estudia alianzas territoriales en plazas como Valencia, Barcelona o Sevilla para dar mayor amplitud a unas siglas cuya denominación para el 10-N se conocerá próximamente.

Hay otra lectura. El errejonismo puede seducir a esa parte de Podemos que se sintió laminada después de la última asamblea en Vistalegre. Este fraccionamiento explica que la parte de Podemos que encarna el proyecto de Errejón generara simpatías en algunos sectores socialistas, pero probablemente cambien de actitud cuando se den cuenta de que un tercer actor en liza puede limitar las posibilidades del PSOE y de la propia izquierda.

Implosión

La irrupción del partido de Errejón, aparte de la vendetta que supone contra Pablo Iglesias, es equiparable a la aparición de Vox en el tablero político en las elecciones del 28 de abril. La diferencia es que la izquierda ha demostrado que prefiere implosionar a llegar a un acuerdo de mínimos.

De entrada, a Sánchez se le complica la gestión de cualquier pacto de izquierdas tras el 10-N. Ya no sólo tendría que lidiar con los maximalismos de Iglesias: también con las heridas abiertas de dos enemigos íntimos.