Después de casi medio siglo de pertenencia a la banda terrorista ETA, el sanguinario Josu Ternera ha sido detenido este jueves en los Alpes franceses. Se trata del etarra más perseguido desde que hace 17 años huyó de la Justicia cuando era diputado de EH en Vitoria y tras haber sido llamado a declarar por el Supremo al considerarlo el cerebro del atentado contra la Casa Cuartel de la Guardia Civil en Zaragoza. En aquel atentado murieron once personas, seis de ellas niños. 

Según revela hoy EL ESPAÑOL, ha sido la propia "chulería" del criminal la que ha acabado por delatarle: fue el encargado de leer el último comunicado de ETA, lo que dio el aliento necesario a la Guardia Civil y al CNI para proceder a su captura. A Ternera, fugado en la porosa zona fronteriza entre Francia, Suiza e Italia, le espera, de momento, una pena de ocho años dictada por el Tribunal Correccional de París por pertenencia a banda armada. 

Inasumible

Josu Ternera es un personaje fundamental en la historia de ETA, también en la disolución de la banda y en las negociaciones con el Gobierno de Zapatero. Y por su historial de atrocidades es inasumible que Arnaldo Otegi, que se ha vanagloriado de condicionar la política española, acuse al presidente del Gobierno de ser un "enemigo de la paz" después de conocerse la detención del que irónicamente fue presidente de la Comisión de Derechos Humanos del Parlamento de Vitoria a propuesta del PNV.

Lo que prueba la detención de Ternera es que el Estado, a través de sus Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, cumple escrupulosamente con su trabajo. Y es por esto que resulte cuando menos paradójico que PP y Cs -y no digamos Vox- se empeñen en dibujar a Pedro Sánchez como un compañero de viaje de los separatistas y de los proetarras.

Años de plomo

Las declaraciones de Otegi de este jueves y el veto de los nacionalistas catalanes a Miquel Iceta para presidir el Senado demuestran a las claras que el nacionalismo radical sólo está del lado Josu Ternera y en ningún caso junto a Sánchez, como muchos dejan caer de forma falaz e injusta.

Conviene que los partidos constitucionalistas tengan en cuenta que los años de plomo de ETA están muy recientes, y que aunque la banda terrorista ya no asesine, los etarras y los que los jalean no han desaparecido. No es de recibo, pues, que se empecinen en atacar a Sánchez por ese flanco.