La Junta Electoral Central ha tumbado este martes el debate a cinco que había auspiciado el presidente del Gobierno, en el que comparecería junto a Pablo Casado, Albert Rivera, Pablo Iglesias y Santiago Abascal. La suspensión avala así una reclamación presentada por Coalición Canaria, PdeCAT y ERC.

Estos partidos entienden, y con razón, que la participación de Vox en dicho debate los excluye en tanto que se vulneran los "principios de proporcionalidad y neutralidad informativa", que son de obligado cumplimiento en medios públicos y privados.

Regulación

Y aunque Atresmedia -la organizadora- ha optado por reconvertirlo todo en un debate a cuatro sin la presencia de Abascal, la Junta Electoral priva a Sánchez de un pilar de su campaña: el uso de Vox como perfecto aliado, poniéndolo al mismo nivel que PP y Cs en el imaginario televisado de "las tres derechas" a las que hay que combatir. 

Tras este varapalo, el líder socialista debería comprometerse, si es elegido presidente, a la regulación de los debates electorales. No es una propuesta nueva: Albert Rivera la lleva en su programa. 

Cara a cara

Ni se puede hurtar a los ciudadanos de un cara a cara entre el presidente y el líder de la oposición, ni puede faltar un debate en el que estén representadas las principales fuerzas políticas. De hecho, ésta fue la petición formulada por TVE, que acaba de proponer, con todas las de la ley, que la señal de Atresmedia sea compartida. 

En una campaña tan entrampada, y ante la perspectiva de un CIS convertido en una herramienta masiva de propaganda, sólo la Junta Electoral Central se ha erigido en el único órgano eficaz e independiente. Su inesperado protagonismo no es casual, sino el síntoma de ciertas anomalías democráticas que hay que extirpar de raíz.