Los ataques y agresiones a personas que acudían el sábado al mitin de Santiago Abascal en Barcelona se saldaron con siete detenciones. Mossos que se encargaban de la seguridad del acto también sufrieron el acoso y el lanzamiento de objetos por parte de radicales de los CDR y de Arran, las juventudes de la CUP.

Como resultado de esos incidentes, una joven que hirió a un simpatizante de Vox con una piedra ha ingresado este lunes a prisión, lo que ha motivado protestas ante la sede de la Consejería de Interior. El argumento de los manifestantes es muy indicativo de su fanatismo: "Combatir el fascismo nunca será delito".

Ultras

¿Quién decide quién es fascista? Y una vez identificado, ¿está permitido su linchamiento? A eso es a lo que parecen aspirar los ultras separatistas, que siguen los pasos de unos dirigentes políticos que alardean de supeditar el cumplimiento de la ley a una difusa voluntad popular. Guiados por esa autoconcedida impunidad agredieron el sábado a personas que se dirigían a participar en un acto político. 

Conviene recordar que, justo dos semanas antes, miles de manifestantes independentistas llegados desde distintos puntos de Cataluña se manifestaban por el centro de Madrid sin que se registraran incidentes. No encontraron ni rastro de la España agresiva e intolerante que dicen combatir.

PSC y Colau

Abascal ha responsabilizado este lunes al PSC y a Ada Colau de las agresiones contra los asistentes a su mitin: "Unos señalan y otros disparan". Aunque su denuncia resulta exagerada, sobraban las declaraciones de dirigentes socialistas declarando non grato, de facto, a Vox. La decisión de la alcaldesa de impedir a toda costa que el mitin se celebrase en el Palau Sant Jordi es de todo punto improcedente.

El resultado final es el conocido por todos. Ciudadanos que acudían a ejercer su derecho a participar en una manifestación legal fueron atacados con el argumento de que eran fascistas y provocadores. Pero los únicos que actuaron como fachas llevaban piedras y esteladas. Su comportamiento no puede quedar impune.