La elección de la Mesa del Parlamento autonómico supone el inicio del cambio en Andalucía, un cambio en coherencia con el mandato de las urnas. Por primera vez en cuatro décadas, un diputado no socialista, Marta Bosquet (Cs), preside la Cámara.

El espectáculo con el que los podemitas trataron de empañar la sesión constitutiva,  desafiando una y otra vez a la nueva presidenta, demuestra mal perder y un dudoso talante democrático. ¿Acaso sólo hay que respetar las instituciones cuando las gobierna la izquierda?

Liberados de Vox

La izquierda ha centrado sus baterías en el partido de Albert Rivera por haberse servido de los votos de Vox, por más que lo que se elegía este jueves era la Mesa del Parlamento, un órgano eminentemente técnico. La moción que llevó a Pedro Sánchez a la Moncloa, por ejemplo, sí tenía calado político, y a PSOE y a Podemos no les importó aprovechar los votos de Bildu y de los separatistas catalanes.

El planteamiento de Cs y PP para la Mesa tenía mucho sentido: en un órgano que representa a todos los diputados, todos deben poder estar presentes. La autoexclusión de los podemitas lo ha hecho imposible. Ese enroque es tan absurdo que ha beneficiado a quienes pretendía perjudicar: PP y Ciudadanos, con cuatro de los siete representantes, quedan automáticamente liberados en la Cámara de la dependencia de Vox.

Sólo PP-Cs

El PSOE y Podemos podrán rasgarse las vestiduras si Vox condiciona las políticas del Gobierno andaluz. Y está por ver que lo haga. Juan Marín insiste en que sólo pactará con el PP y que quien quiera apoyar las medidas que vayan planteando, que lo haga. Manuel Valls recordaba este mismo jueves que el acuerdo firmado y publicado "no tiene nada que ver con las propuestas de Vox y podría perfectamente recibir el apoyo de la izquierda moderada".

En definitiva, los socialistas no pueden llamarse andana. Muy probablemente tendrán en su mano la posibilidad de bloquear o facilitar la legislatura que ahora comienza. De la misma forma que el PP apoyó en su día a Patxi López en el País Vasco para cerrar el paso a los radicales o que Cs ha colaborado en Andalucía con Susana Díaz buscando la centralidad política, el PSOE puede liberar a la Junta de la influencia de Vox, si es cierto que tanto repeluzno le causa. Salvo que el "teatrillo" del que tanto se habla, sea el suyo.