El acuerdo para el brexit anunciado entre Londres y Bruselas que ignora los intereses de España sobre Gibraltar revela un ninguneo intolerable de los responsables de la UE hacia nuestro país. Una vez que el Gobierno ha denunciado la "nocturnidad y alevosía" con que Theresa May ha torcido la negociación a su favor, le toca ahora pasar a la acción. 

Pedro Sánchez tiene que cumplir su palabra y ejercer el derecho de España al veto, bloqueando la cumbre europea del próximo domingo. Si ésta se celebra con la declaración actual, España perderá su poder de decisión sobre el futuro de la colonia, pues pasará a ser sólo un socio más en las votaciones.     

Euroescepticismo

España no puede ceder en un asunto capital como Gibraltar, y tiene razones de sobra para hacer valer su criterio. Si en cualquier situación sería incomprensible que Bruselas tomara antes partido por quien se va de la UE que por uno de sus miembros,  en la coyuntura actual resulta suicida.

España es hoy garantía de estabilidad para una UE amenazada por el euroescepticismo. Con una Italia enfrentada a Bruselas y los movimientos populistas extendiéndose como una mancha de aceite por el continente, sólo faltaría dinamitar el último gran anclaje que tiene la UE en el Sur para generar la tormenta perfecta.

Error del presidente

El desarrollo de los acontecimientos demuestra el error del presidente del Gobierno en su empeño por ir a La Habana, un viaje innecesario, inspirado únicamente por el ansia de notoriedad, y en el que ni siquiera ha previsto reunión alguna con la oposición al régimen castrista. 

La realidad es que cuando la diplomacia española afronta en Europa una de las batallas más decisivas, Sánchez está de turismo en América. Ojalá no tenga que arrepentirse.