Este miércoles hemos conocido que una juez ha sentenciado que llamar “hijo de puta” al magistrado del Tribunal Supremo Pablo Llarena no supone un delito “ni grave ni injuriante”. Así lo establece el fallo por el que se absuelve a una tuitera que amenazó al instructor de la causa del procés e incluso reveló los datos de su domicilio familiar.

La sentencia de la titular del Juzgado de Instrucción número 3 de Reus no sólo está llena de extravagancias para descartar la acusación del fiscal, es que llega a argumentar que absuelve a la acusada porque Llarena no ha interpuesto ninguna demanda por los insultos recibidos, como si un juez tuviera que estar pendiente de los exabruptos o amenazas que cualquier energúmeno le profiera en las redes sociales.

Dignidad de un juez

Pero si ya es grave el hecho de que la sentencia pase por alto el ataque a la dignidad de un juez, más grave resulta aún que considere que el tuit mencionado no supone ni siquiera una "coacción leve" y se publicó en un contexto en que "una parte de la sociedad estaba crispada".

La magistrada advierte que "las restricciones a la libertad de expresión" deben ser mínimas y asegura que si el juez del Supremo lleva escolta es por una "decisión personal", como si se tratase de un capricho. Han sido precisamente la cantidad y la reiteración de los ataques recibidos los que han motivado esa medida. 

¿Libertad de expresión?

Baste decir que Pablo Llarena se ha visto obligado a cambiar de residencia tras las embestidas de los radicales del independentismo por la simple razón de ser el instructor del golpe separatista. Ya tarda la Fiscalía en recurrir esta disparatada sentencia que atenta contra quien, en su función, representa a una alta institución del Estado.

La libertad de expresión no puede amparar ni el acoso, ni las injurias ni las amenazas. Parece evidente que esta sentencia no es un hecho aislado y que responde a la falta de compromiso de las instituciones del Estado en la defensa de los jueces. Cada vez que los dirigentes políticos abogan por los indultos y por la libertad de los presos, cada vez que se consiente un trato de privilegiado a los golpistas, se atenta contra la Justicia. Por eso, esta indefensión de Llarena a manos de otro juez.