Cada día que pasa aumenta la conflictividad en Cataluña. No sólo es que el independentismo haya llevado la fractura social a un punto de no retorno, es que podemos estar en las vísperas de que todo degenere en violencia. Este domingo, el prófugo Puigdemont volvió a agitar la confrontación al advertir que "los conflictos violentos se originan al negar la autodeterminación".

El independentismo sabe perfectamente mezclar agitación y victimismo, tanto en su relato como en sus acciones para enrarecer la convivencia. No hay que olvidar que el mundo nacionalista tiene en sus manos las estructuras de Estado de la Generalitat destinadas a la propaganda y a la coacción de los derechos fundamentales de la mitad de sus ciudadanos. En este punto, resultan particularmente inquietantes las declaraciones del exdiputado de Junts pel Sí Germà Bel, que planteó por Twitter la necesidad de una "milicia armada" en Cataluña. 

Acoso

Como cuenta EL ESPAÑOL, los partidos independentistas y la prensa afín están blanqueando estas muestras crecientes de violencia hasta el punto de demonizar a quienes las sufren, como en el caso de la mujer agredida en Barcelona mientras quitaba simbología independentista.

En esta lógica se explica también la reciente campaña de acoso y señalamiento a la que se ha visto sometido el periodista y fundador de Ciudadanos, Arcadi Espada, tras pintar la bandera de España en un lazo amarillo en Ametlla de Mar y ser calificado como "bicho" por el regidor de la localidad. 

Envalentonados

Es evidente que los nacionalistas se ven sin freno alguno, envalentonados ante la inacción manifiesta del Gobierno que ya les ha concedido la ocupación del espacio público

Que el PP anuncie una plataforma para defender a quienes sean multados por la Generalitat por arrancar propaganda independentista evidencia hasta qué punto el Estado está ya ausente en Cataluña. Y un Estado ausente es la antesala del caos. Sánchez debe actuar de inmediato