Este miércoles se ha producido un nuevo asalto masivo a la frontera de Ceuta. Casi 300 personas armadas con objetos punzantes, lanzallamas de fabricación casera y botellas con excrementos se han abalanzado contra la valla. 116 inmigrantes han logrado penetrar en territorio español y se han dirigido directamente hasta el colapsado CIE (Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes) de la Ciudad Autónoma.

El salto, que ha dejado heridos a siete agentes de la Guardia Civil, ha tenido lugar en el mismo punto por el que se produjo la avalancha del 26 de julio, la conocida zona de Finca Berrocal. En sólo un mes, se calcula que 800 inmigrantes han podido llegar a Ceuta sólo por esa vía.

Coincide este salto con un momento de gran presión migratoria en el sur de Europa y el Mediterráneo, y también con las quejas de las asociaciones mayoritarias de guardias civiles, que denuncian la falta de medios materiales y humanos. Junto a estas carencias, a los agentes destinados en Ceuta y Melilla se les impide el uso de material antidisturbios -legal en el resto del Estado- para enfrentarse a avalanchas "cada vez más agresivas". Se da la paradoja de que el agredido apenas tiene medios para hacer frente a las agresiones, y por ello reclaman material protector.

Insuficiente

Los propios guardias civiles llevan ya mucho tiempo solicitando medidas efectivas a los diversos ejecutivos. La respuesta del Gobierno de que ya se han reforzado los puestos de Ceuta y Melilla -con 120 agentes y un helicóptero- es tan insuficiente como peligroso resultó el anuncio del ministro Grande-Marlaska de retirar las concertinas.

Conviene tener en cuenta que la frontera entre España y Marruecos no sólo separa dos países, sino el primer y el tercer mundo. No hay que olvidar que la renta per capita de España es diez veces superior a la marroquí, por lo que se entiende que a los subsaharianos que han protagonizado el salto del miércoles, originarios de países como Gambia, con una renta media inferior a 300 dólares anuales, les vaya la vida en entrar en Europa.

Frontera sensible

Queda claro que la UE debe estipular urgentemente un protocolo concertado de actuación en su linde más sensible, y que mientras tanto hay que defender la legalidad del Estado de Derecho y sus fronteras con todos los recursos.

Ni la protección fronteriza es una cuestión ideológica, ni se debe caer en la hipocresía de creer que proveer de mejores medios a las dotaciones de Ceuta y Melilla equivale a dar la espalda al drama migratorio. Comparar a Salvini con quienes abogan por no dejar indefensos a los agentes que custodian las vallas es un ejercicio de demagogia