Soraya Sáenz de Santamaría no asume su derrota frente a Pablo Casado. Sus manifestaciones y gestos demuestran que está dispuesta a echarse al monte y abrir una peligrosa guerra civil en el PP.

Tras reunirse con el nuevo presidente, la exvicepresidenta del Gobierno ha exigido una integración de sus colaboradores en los órganos de dirección del partido equivalente al porcentaje de apoyos que obtuvo en el congreso nacional del pasado fin de semana.

Plante a Cospedal

Se trata de una pretensión absurda. No es coherente, de entrada, que quien tras la primera vuelta de las primarias reclamaba el mandato absoluto de la lista más votada exija ahora proporcionalidad. Pero además está su actitud prepotente de dirigirse a Casado como si fuera la propietaria del 43% del PP.

Que está dispuesta a echarle un pulso lo demuestra también la ausencia de todos sus colaboradores de la comida-homenaje -y estaban invitados- que los diputados y senadores del PP le tributaron este miércoles a la exsecretaria general, María Dolores de Cospedal.

"¿Proporcionalidad?"

Casado tiene claro que una vez terminado el congreso del PP el presidente es él y ya no cabe hablar de bandos ni de "proporcionalidad". Pero el peligro está en que Sáenz de Santamaría controla feudos importantes del partido -caso de Andalucía a través de Javier Arenas-, que pueden complicar sobre todo los primeros pasos del nuevo líder.

Habría que recordar a Sáenz de Santamaría su discurso a la militancia del pasado sábado: "Yo también soy leal", dijo, retomando las palabras de Rajoy en las que éste cuestionaba el comportamiento de José María Aznar por no asumir suficientemente la autoridad de su sucesor. Teniendo en cuenta que a Rajoy le regaló el puesto Aznar y que Casado se lo ha ganado, aún resulta más inicua la posición de Soraya Sáenz de Santamaría. ¿Qué ha sido de su lealtad?