La ajustada victoria de Soraya Sáenz de Santamaría (37% de los votos) sobre Pablo Casado (34%) en las primarias del PP -con una diferencia de 1.300 votos- deja abierto el desenlace de la sucesión de Rajoy. Los dos se disputarán la presidencia del partido en el Congreso que se celebrará los próximos 20 y 21 de julio.

Dolores de Cospedal (26%) es la gran derrotada en estas votaciones: partía como una de las favoritas y ha quedado fuera de la carrera. Sin embargo, se convierte ahora en la persona clave, ya que tiene en su mano inclinar la balanza en la segunda vuelta, donde toca votar a los compromisarios.      

Casado, la sorpresa

Casado fue la gran sorpresa, pues era el menos vinculado al marianismo y quien menos control podía ejercer sobre el aparato y los cargos del partido. Su reto era pasar el corte y lo ha conseguido. Ha hecho una buena campaña y ha sido el único que ha introducido ideas de renovación y debate ideológico.

Conocida la animadversión que se profesan Cospedal y Sáenz de Santamaría, Pablo Casado pasa a ser el favorito para dirigir el PP. Es por ello que la exvicepresidenta del Gobierno se apresuró, nada más conocerse los resultados, a pedir "unidad" y ofrecer a su rival una candidatura de integración para ir "juntos" al Congreso.

Candidato de las bases

Aunque las presiones sobre el ex responsable de Comunicación popular pueden ser grandes para que acepte confluir con Sáenz de Santamaría, no debería aceptar. Al ser preguntado ya en la noche del jueves, Casado manifestó su intención de disputar la presidencia del PP hasta el final.

Por edad y por trayectoria Casado es el más adecuado para afrontar la tarea de renovación que necesita su partido. A pulso, contra pronóstico y frente al aparato ha demostrado que es el verdadero candidato de las bases, como tantas veces ha proclamado.