El final de Mariano Rajoy está muy cerca. Si no es este viernes, cuando se vote la moción de censura presentada por Pedro Sánchez, lo será cuando se vote la que a buen seguro presentará, si fracasa la del líder socialista, Pablo Iglesias y quién sabe si también Albert Rivera. Sea como fuere, el todavía presidente del Gobierno parece definitivamente sentenciado.

Lo normal sería que los 185 escaños de PSOE, Podemos y Ciudadanos descabalgaran a Rajoy este mismo viernes, pero no parece que esto vaya a ocurrir. Las diferentes estrategias de Sánchez y Rivera impiden, por el momento, la caída inmediata del jefe del Ejecutivo.

El PSOE se lo juega a una carta

El líder socialista quiere “moción de censura, estabilidad y después elecciones”, mientras que el líder naranja es partidario de ir directamente a elecciones: “La mejor manera de no equivocarse es que hablen 47 millones de españoles”. Rivera, además, quiere al frente del Gobierno de transición a un independiente que llame a las urnas, mientras Sánchez aspira a gobernar, aunque sea unos meses.

Si socialistas y centristas no acercan sus posturas antes de este viernes -como fracaso habría que calificar el encuentro de este martes entre Villegas y Ábalos-, es muy posible que Sánchez se lo tenga que jugar todo a una carta para alcanzar los 176 votos que se necesitan para expulsar a Rajoy de la Moncloa: contar con el apoyo de los cinco diputados del PNV, los mismos que hace siete días apoyaron los Presupuestos Generales del Estado.

Sánchez parece tener ya en el bolsillo el peligroso apoyo de los separatistas catalanes, especialmente tras la más que segura desactivación del 155 en los próximos días, después de que Torra haya anunciado este martes un Govern sin huidos ni encarcelados.

La cuenta atrás ha comenzado

A Sánchez aún le queda la posibilidad de olvidarse de los separatistas y buscar a última hora el apoyo de Rivera poniendo fecha a la convocatoria de elecciones y no posponiéndola a después de la moción. Si fuera así, el líder de Ciudadanos tendría muy difícil justificar su negativa a apoyarla.

Y mientras, Pablo Iglesias también quiere buscar su espacio a costa del PSOE y ha decidido entrar a saco en el juego de las mociones de censura. Como ha hecho siempre, le ha vuelto a dar el abrazo del oso a Pedro Sánchez: ‘Apoyaré al PSOE pero si fracasa, el que presentará la moción de censura seré yo’. Moción que sería instrumental, tendría un candidato independiente para convocar elecciones lo más pronto posible y contaría con el apoyo, ahora sí, de Albert Rivera.

La cuenta atrás ha comenzado. Rajoy ya no tiene suelo en el que apoyarse; el PSOE, si no da su brazo a torcer, se acerca al precipicio encomendándose al PNV y a los separatistas catalanes; Podemos se prepara para aparecer si fracasan los socialistas y coger los restos, mientras Ciudadanos viaja en canoa hasta unas elecciones inminentes.