A la hora de la verdad, el PNV ha incumplido su compromiso de no apoyar los Presupuestos Generales del Estado si antes el Gobierno no retiraba el 155. La rectificación supone, en la práctica, que el partido de Urkullu sustituye a CiU en el rol determinante que había venido jugando en la política española hasta su radicalización independentista.

A cambio de sus votos, los nacionalistas vascos han obtenido sustanciosas ventajas económicas, principalmente a través del cupo. El PNV ha dejado solos a Puigdemont y a Torra, e incluso se han permitido encarnar el papel de "la puta y la Ramoneta" acuñado por Pujol. Así, mientras en Madrid respaldaban las Cuentas del Gobierno del PP, en Vitoria acordaban con Bildu dar a los ciudadanos  la "nacionalidad vasca" en el nuevo Estatuto que están redactando.

Estabilidad y recuperación

La aprobación de los Presupuestos tiene una lectura ambivalente. Por un lado, da estabilidad, permite mantener las bases para la recuperación económica, satisfacer demandas sociales como la mejora de las pensiones y de las becas, equiparar los sueldos de los policías y guardias civiles con los de los mossos, y rebajar el IVA en el cine, entre otras medidas significativas.

Bien es verdad que, de esta forma, se pone fin a una necesaria política de austeridad. Este mismo miércoles Bruselas recordaba que España es el único país expedientado por déficit excesivo, y no cabe ser muy optimistas en este aspecto, pues Montoro ha incumplido sistemáticamente la regla de gasto.

¿Se equivoca Rivera?

Pero aparte de la lectura económica está la política. Y aquí, la aprobación de los Presupuestos garantiza a Rajoy mantener las riendas de España hasta 2020, porque si no logra apoyos para las Cuentas del año que viene, podrá prorrogarlas. Se trata de una mala noticia: las actuales circunstancias requieren de un Gobierno fuerte y con respaldo social, lo contrario de lo que es hoy el Ejecutivo.

El tiempo dirá si Albert Rivera ha acertado al desistir de forzar elecciones anticipadas, permitiendo de esta manera que Rajoy siga dirigiendo la respuesta al pulso separatista. Como también el tiempo juzgará si Pedro Sánchez se ha equivocado al negarse a ofrecer los votos necesarios para evitar que el PNV explotara su apoyo al Gobierno, dejando así que se convierta en la nueva Convergència de Rajoy.