Mariano Rajoy, Pedro Sánchez y Albert Rivera saben que el artículo 155 de la Constitución Española es meridianamente claro: si una Comunidad Autónoma no cumple las obligaciones que la Carta Magna u otras leyes le impongan o actuase de forma que atente gravemente contra el interés general de España, el Gobierno “podrá adoptar las medidas necesarias para obligar a aquella al cumplimiento forzoso de dichas obligaciones o para la protección del mencionado interés general”.

El líder de Ciudadanos se ha convertido en la última esperanza para que la literalidad del 155 no se le olvide al presidente del Gobierno, con quien se reúne este jueves en la Moncloa, 48 horas después de que el jefe del Ejecutivo se entrevistara con el secretario general de los socialistas. Sería una buena noticia que Rivera convenciera a Rajoy de la necesidad de mantener y endurecer la ejecución del citado artículo, que hoy resulta incluso más necesario que en octubre.

Proclamación de la República Catalana

Rivera será contundente en sus posiciones y le hará saber al presidente que no podrá contar con su partido si lo que intenta es abandonar Cataluña levantando el 155. “Con fotos y comunicados” no se restablece la legalidad, ha dicho el líder de Cs.

El provocador discurso de investidura de Quim Torra, elegido a dedo por el prófugo Carles Puigdemont, carga de argumentos a Rivera. El nuevo president no ha escondido su alineación con todo aquello que llevó al Gobierno a intervenir la autonomía catalana el pasado mes de octubre.

Torra se ha declarado continuador de la obra de su antecesor en el cargo –lo primero que hizo tras ser elegido fue viajar a Berlín–, reivindica el 1-O, aboga por la puesta en marcha de un proceso constituyente que concluya con la proclamación de la República Catalana y pretende restituir en sus cargos a todos los cesados –imputados y encarcelados inclusive-por participar en el golpe al Estado.

Torra, una bomba de relojería

El pasado lunes, Rajoy y Sánchez intentaron cerrar filas dejando a un lado a Ciudadanos. Populares y socialistas son partidarios de levantar el 155 y dejar hacer a Torra –una bomba de relojería siempre a punto de estallar– rechazando de entrada la línea dura que propugna Rivera. El presidente del Gobierno se debe a sus compromisos con el PNV para sacar adelante el Presupuesto y los nacionalistas vascos han dejado claro que no darán su apoyo si continúa el 155. Y el líder del PSOE no quiere que un hipotético adelanto electoral haga realidad la fuerte caída que le están dando las últimas encuestas.

Rivera no ignora que las cláusulas del acuerdo del 155 de hace seis meses contemplaban su retirada en cuanto Cataluña tuviera nuevo Gobierno. Pero también sabe que si las políticas que lleva a cabo Torra son las mismas que las de Puigdemont, el Gobierno debería endurecer su ejecución para parar el nuevo golpe.