El resultado de las elecciones italianas sólo puede empeorar la crisis de identidad que viene arrastrando la Europa post-brexit. La inestabilidad amenaza a la tercera economía de la Unión Europea, pues ningún partido ha logrado sumar más del 40% de los votos y ninguna de las combinaciones posibles puede garantizar una gobernabilidad operativa.

Italia queda dividida políticamente en dos mitades ideológicamente antitéticas excepto en su euroescepticismo. El norte queda en manos de la extrema derecha eurófoba y xenófoba representada principalmente por la Liga Norte de Matteo Salvini y Forza Italia de Silvio Berlusconi.

La dimisión de Renzi

En el sur se afianzan la izquierda populista del Movimiento 5 Estrellas, liderada por el joven Luigi Di Maio. Entre ambas tensiones, el Partido Demócrata de Matteo Renzi queda varado en la irrelevancia: el ex primer ministro se ha visto empujado a dimitir este lunes tras una debacle de la que es en buena medida responsable.

Los italianos no le han perdonado su regreso a primera línea después de prometer que se retiraría si perdía el referéndum de reforma de la Constitución. El problema es que, de paso, han dado la espalda a cualquier forma de moderación para abrazarse al revisionismo antieuropeo de raíz nacionalista que, con distintos formatos, se ha expandido por Europa.

Los eurófobos, encantados

Bruselas ha reaccionado con significativa prudencia y contención tras unas elecciones que suponen un nuevo quebradero de cabeza para la Unión y enardecen al populismo continental. No en balde, el silencio de Jean Claude Juncker o Donald Tusk contrasta con los parabienes que los eurófobos Marine Le Pen (Francia), Geert Wilders (Holanda) y Nigel Farage (Reino Unido) han dedicado al M5E y La Liga a través de las redes sociales.

Las elecciones italianas empañan en cierto modo la satisfacción generalizada tras el acuerdo de gobenabilidad en Alemania, donde las bases del SPD votaron el domingo a favor de reeditar la gran coalición, con Angela Merkel como primera ministra. También enfrían el proyecto de refundación europea que alienta desde Francia el liberal Emmanuel Macron. El PP no ha tardado en apelar al pacto en Alemania y el caos en Italia para reivindicar a Rajoy. Extrapolaciones absurdas al margen, lo cierto es que España debería tratar de asumir protagonismo dentro del eje francoalemán para reactivar el proyecto europeo.