Si por algo se ha caracterizado la trayectoria de José Manuel Maza, fallecido de forma inesperada el sábado, ha sido por hacer prevalecer el espíritu de la legalidad por encima del interés político de cada momento. Con la misma firmeza con la que ha respondido al golpe separatista, votó en su día a favor de que Emilio Botín fuera a juicio o rechazó la apertura de una causa a Pablo Iglesias por la financiación de Podemos.

La historia reciente de la Justicia en España está plagada de fiscales dóciles que trabajaron en la dirección que más convenía al Ejecutivo, y así ocurrió tanto en gobiernos del PP como del PSOE. Maza supo ganarse la admiración de sus compañeros, que lo tenían como una referencia. Ahora, su desgraciada desaparición va a convertirlo a buen seguro en símbolo de independencia.

Al margen de los vientos políticos

A Maza no le tembló el pulso a la hora de enfrentarse a la crisis catalana. Se querelló por un delito de rebelión contra los principales impulsores del golpe y pidió prisión preventiva para los miembros del Govern y de la Mesa del Parlament. Lo hizo en un momento en el que los vientos políticos no eran favorables a tales decisiones, como enseguida se encargó de airear el Gobierno. 

El trabajo de Maza en defensa de la legalidad y de la democracia se ha quedado, lamentablemente, a medias. En los próximos días habrá de dilucidarse si el Tribunal Supremo acumula todas las investigaciones sobre el golpe independentista, decidir sobre el mantenimiento de la prisión preventiva para el exvicepresidente Junqueras y siete exconsejeros o valorar la denuncia de Hacienda sobre el uso de fondos públicos en el referéndum ilegal del 1-O, entre otros asuntos.

Un 'nuevo' Maza para la Fiscalía

Cabe exigir a los funcionarios públicos que asumen ahora las funciones de Maza que mantengan su legado; que el trabajo riguroso en defensa de la Justicia prevalezca sobre cualquier otra consideración. Ese es el mejor homenaje a su figura y la garantía de que el Estado de Derecho cumplirá con su deber en unos momentos tan complicados y decisivos como los que vivimos. Y puestos a pedir, que el próximo fiscal general sea un nuevo José Manuel Maza.