El pulso secesionista en Cataluña no forma parte de la agenda del Consejo de Europa en Bruselas, pero ha merecido este jueves significativas muestras de reconocimiento a la legalidad constitucional como marco natural para resolver el problema.

La canciller alemana, Angela Merkel; el presidente francés, Emmanuel Macron; el presidente de la Eurocámara, Antonio Tajani; y el presidente de la Comisión, Jean Claude-Juncker, han vuelto a expresar su apoyo sin fisuras a la unidad de España frente al desafío separatista con menciones expresas a la Carta Magna. En términos parecidos se han pronunciado los primeros ministros de Luxemburgo, Xabier Bettel, y Holanda, Mark Rutte, y con anterioridad el presidente del Consejo, Donald Tusk, que llegó a proponer a Rajoy incluir Cataluña en los temas a tratar. El presidente del Gobierno declinó lógicamente este ofrecimiento para no dar pábulo a la internacionalización de un asunto interno.

Vísperas del 155

Las alusiones a la Constitución Española no sólo son importantes en vísperas de la activación del artículo 155; además, descartan la posibilidad de que alguno de los socios aliente la vía de la mediación, que ansía el independentismo. Por otro lado, la presencia este viernes de la plana mayor de la UE -Tajani, Juncker y Tusk- en la entrega del Premio Princesa de Asturias a la Concordia tendrá un alto valor simbólico: su foto con Rajoy y los Reyes escenificará un portazo definitivo a las aspiraciones de la Generalitat de exportar la secesión.

De momento las ensoñaciones rupturistas de Puigdemont, Junqueras y Romeva sólo han sido atendidas por Vladimir Putin, que este jueves ha achacado el problema catalán al “doble rasero de Europa con la independencia de Kosovo”; por Bélgica, que ha dado pábulo a los bulos sobre la brutalidad de la Policía española; y por el exprimer ministro italiano Silvio Berlusconi, que ha respaldado la propuesta de Podemos de celebrar un referéndum pactado y que ha criticado las cargas del 1-O. En otras ocasiones y foros, el independentismo también ha contado con el espaldarazo de los dirigentes ultraderechistas Nigel Farage (Reino Unido), Geert Wilder (Holanda) y Heinz-Christian (Austria), todos -como Putin- enemigos declarados de la causa europea.

Europa se defiende

El cierre de filas de la UE con España constituye en realidad un movimiento autodefensivo frente al antieuropeísmo, además de preventivo, ya que en Francia, Italia o Bélgica ya tienen problemas con movimientos separatistas. Pero ese espaldarazo también viene en cierto modo a restañar la polémica por las imágenes de dureza policial del 1-O.

La labor coordinada de Rajoy y Sánchez ha sido importante para lograr el respaldo de Bruselas, pero será un logro poco consistente si el Ejecutivo sigue rehuyendo la batalla del relato mientras los independentistas siguen empleando toda su estructura y recursos en propaganda para desprestigiar a España. Aunque parece inevitable el choque de trenes, lo que ya está claro es que el convoy de Puigdemort ha sido desviado en Europa a una vía muerta.