Se está alargando tanto la respuesta del Estado, y han sido tantos y tan dilatables los plazos dados a Puigdemont para que rectifique o convoque elecciones, que la imagen que más se ajusta al desenlace del pulso independentista es la de un juez suplicando a un delincuente que se arrepienta de sus delitos para no tener que imponerle el castigo previsto por la ley.

Habrá quien aplauda la contención con que Rajoy afronta el reto soberanista desde que Puigdemont asumió “el mandato del pueblo de que Cataluña sea un estado independiente” y, acto seguido, suspendió la ruptura con España. Sin embargo, resulta esperpéntico que la mayor crisis de Estado desde 1981 esté mereciendo una reacción a regañadientes por parte del Gobierno.

Nuevo tiempo de descuento

Puigdemont fue requerido en dos plazos para que dijera si declaró o no la independencia en el Parlament y este jueves se agota la segunda prórroga sin que nadie sepa qué va a hacer Rajoy para restituir la legalidad en Cataluña. Es más, como hay motivos para sospechar que Puigdemont -en el mejor de los casos- no se moverá de su estrategia de confusión, el Gobierno ha buscado un nuevo tiempo de descuento para zanjar la crisis sin suspender el autogobierno.

A expensas de conocer la literalidad de la segunda respuesta de Puigdemont, el Gobierno central ya ha previsto que el 155 sea reversible. Así, si el presidente catalán convoca elecciones durante el proceso de su activación en el Senado, su entrada en vigor se suspenderá automáticamente. En definitiva, el presidente de la Generalitat podría fintar al Estado en el último segundo pese a haber desobedecido al Constitucional y generado una fractura social sin precedentes en Cataluña.

El PDeCAT, en la línea dura

La indolencia de Rajoy en este asunto es congruente con su costumbre de no hacer nada, pero agrava el problema porque envalentona al independentismo. De hecho, el PDeCAT ha resuelto este miércoles, cuando ya era público que el Gobierno persevera en su tibieza, pedirle a Puigdemont que levante la suspensión de la independencia si el Consejo de Ministros anuncia el 155. Esta posición del PDeCAT alinea a los ex convergentes con ERC y la CUP y conduce inexorablemente a una confrontación ante la que no servirá de nada un 155 blando y a fuego lento.

El independentismo ha movilizado la calle y amenaza con romper la paz social, así que no puede haber ninguna duda de que utilizará todo a su alcance para doblegar al Estado. Rajoy ha hecho bien en procurarse el apoyo de Albert Rivera y Pedro Sánchez, con quien este jueves trabajará en Bruselas para que los socios apoyen su 155. Sin embargo, cometerá un error de bulto si, por no asumir el coste político de tomar una decisión expeditiva en Cataluña, continúa confundiendo la prudencia con la inacción.