Las polémicas suelen retratar el sustrato intelectual y moral de quienes las protagonizan. Sobre todo cuando quienes las generan y alimentan son dirigentes políticos y representantes electos con responsabilidades o aspiraciones de gobernar y legislar: personas conscientes de su imagen pública.

Las críticas que ha recibido este miércoles la presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, por afirmar que "prefiere quedarse trabajando" en agosto porque "le gusta muchísimo su trabajo" entran de lleno en el ámbito del absurdo.

El líder de IU, Alberto Garzón; la portavoz de Ahora Madrid, Rita Maestre; y el secretario general de CC.OO., Unai Sordo, han acusado a Cristina Cifuentes de “cuestionar” y “ayudar a destruir” los derechos de los trabajadores por hacer “apología” de no tener vacaciones. El responsable de derechos laborales del PSOE, Toni Ferrer, un poco más comedido pero decidido igualmente a sacar rédito de la controversia, ha pedido a la presidenta madrileña que sea “prudente” porque España vive en buena medida del turismo. Mientras sus compañeros de oposición fundamentaban sus recriminaciones sacando a relucir el Estatuto de los Trabajadores, el socialista ha recordado que España es un país de servicios y, por tanto, necesitado del ocio de quienes lo visitan.

Reflexión desenfadada

Lo cierto es que la presidenta de Madrid ha expresado su preferencia por renunciar a las vacaciones -como viene haciendo desde que fue elegida en 2015- sin ningún tipo de pretensión. No ha criticado a quienes se toman días o semanas libres, ni ha cuestionado la legislación laboral, ni ha reivindicado el debate pendiente sobre si hay demasiados días de asueto. Pero a la oposición le ha bastado una desenfadada defensa del placer de trabajar sin descanso para atacarla.

Y lo que es peor, la ministra de Trabajo, a quien este fuego cruzado ha sorprendido en un acto, ha dado pábulo a la demagogia barata de sus rivales. Fátima Báñez ha defendido el “derecho individual” de Cifuentes a trabajar, pero ha secundado los argumentos de la izquierda al recordar innecesariamente que "el contrato de trabajo en España también da derecho a vacaciones”.

Descanso muy garantizado

Lo cierto es que, entre vacaciones y festivos, en España el derecho al descanso de los trabajadores está sobradamente garantizado. Lo que no tiene sentido es que un trabajador tenga que descansar por obligación. El debate debería centrarse en mejorar la productividad, no en brear a quien tiene a gala una cultura del esfuerzo y el sacrificio. El problema sería que la presidenta fuera una ociosa cigarra, no que presuma de ser una laboriosa hormiga.