Radio Televisión Española ha acabado convertida, con alevosía y sin disimulo, en el cortijo de Rajoy. El propio presidente de la corporación, José Antonio Sánchez, se jacta públicamente de ser votante del PP. Lo puso de manifesto en 2015 en la comisión de control del Congreso: "Voto al PP y seguiré votando al PP". Los resultados saltan a la vista: unos informativos desprestigiados, pérdida galopante de audiencia y trabajadores desmotivados.

Los populares aprovecharon en la legislatura pasada su mayoría absoluta para cambiar las reglas del nombramiento del presidente y del consejo de RTVE. Pronto el ente dejó de cumplir con dos de los requisitos fundamentales que establece su ley de creación: independencia y neutralidad.

Una situación "crítica"

El rodillo parlamentario no debería haberse aplicado nunca en algo tan sensible como son la televisión y la radio públicas, pero resulta una tomadura de pelo que, tras la nueva composición del Parlamento que alumbraron las pasadas elecciones, el PP pretenda mantener el statu quo.

Es cierto que la manipulación de RTVE ha estado a la orden del día con gobiernos de todo signo, salvo cierta etapa de Zapatero, con la presidencia de Luis Fernández y Fran Llorente como director de Informativos. Pero desde la llegada de Rajoy se ha producido una involucion y la situación resulta ya insostenible 

En una proposición que el PSOE presentará este martes en el Congreso, se advierte de que la situación de la Corporación es "crítica", y se aboga por recuperar "el pluralismo en la elección parlamentaria de sus órganos". Podemos y Ciudadanos han anunciado que la apoyarán.

Trabajadores en pie de guerra

Pero no sólo es una cuestión de los políticos. Los propios profesionales de RTVE presentaron el mes pasado 2.225 firmas para pedir que el grupo de comunicación "no sea utilizado como instrumento de propaganda partidista o gubernamental".

La situación es intolerable se mire por donde se mire. El PP, que tiene mayoría absoluta en el Senado -clave para controlar el ente- y mayoría en el Consejo de Administración -algunos consejeros permanecen en funciones desde hace ¡cuatro años!-, podría caer en la tentación de oponerse a los cambios. Sin embargo, la iniciativa que apoya una mayoría del Congreso debería ser suficiente argumento para nombrar a un profesional independiente y de prestigio al frente de RTVE.