El atentado de Westminster confirma que asesinar en nombre de Alá resulta sencillo, barato, eficaz en términos propagandísticos y muy difícil de combatir por parte de las fuerzas de seguridad. El método empleado por el terrorista británico para atropellar a varias decenas de personas y asesinar a cuatro inocentes en el corazón de Londres ha sido idéntico a los utilizados en Niza el 14 de julio de 2016 y en Berlín en Navidad de ese mismo año.

Para extender el terror, al yihadismo le basta con que un radical fanatizado a través de internet decida estrellar un vehículo contra la multitud o atacar indiscriminadamente a ciudadanos indefensos con un hacha o un cuchillo. Sin renunciar a golpes de mayor magnitud, como el asestado por el comando que asaltó la Sala Bataclán de París, el terrorismo islamista ha mutado y exporta a Occidente las técnicas criminales empleadas desde hace décadas en Israel y en otros países de Oriente Medio, África o Asia.

Cinismo de Le Pen

El yihadismo low cost, que Marine Le Pen atribuye cínicamente a los inmigrantes pese a que sus autores son ciudadanos nacidos o criados en Europa, sólo puede combatirse a través de los servicios de Inteligencia, cuya labor depende en gran medida de la cooperación internacional con los países árabes y del Magreb.

El éxito de la colaboración entre España y Marruecos es indudable: sólo en 2016 fueron detenidas 47 personas por actividades yihadistas; 17 en lo que llevamos de año. El problema es que Rabat aprovecha la dependencia de nuestro país en lucha antiterrorista y contra el narcotráfico y la inmigración ilegal cada vez que considera que sus intereses económicos han sido perjudicados en Europa.

Tratado con la UE

El Gobierno tiene motivos para temer que Rabat reduzca su grado de cooperación antiterrorista después de que el Tribunal de Justicia de Luxemburgo haya cerrado la puerta a que que los productos agrícolas procedentes del Sáhara Occidental puedan beneficiarse del Tratado de Libre Comercio entre Marruecos y la UE. Madrid ha apoyado la posición comunitaria en respuesta a una pregunta parlamentaria de Podemos, lo que ha generado malestar en el país vecino.

España necesita a Marruecos para combatir al terrorismo, pero la susceptibilidad de Rabat, sobre todo en los temas relacionados con el Sáhara, es enorme. Es imprescindible que el Gobierno active sus resortes diplomáticos en todos los campos para que Marruecos asuma el compromiso de preservar la cooperación en materia de seguridad de las fricciones que pueda tener con Bruselas.