Una de las enseñanzas que nos ha dejado el universo de Harry Potter es el valor de la valentía.
Pero no una valentía fanfarrona, de blandir la varita más poderosa y pronunciar el hechizo más mortífero. Se trata de una valentía encarnada en la capacidad de elegir lo correcto cuando el miedo apremia, de obrar justamente cuando nadie más se atreve.
De enfrentarte a tus enemigos, pero más aún, como dice Dumbledore, en plantar cara a tus amigos.
Sin embargo, Dumbledore estaría de acuerdo conmigo en que no se practica la valentía cuando nuestras posturas privadas y públicas no coinciden. Cuando optamos por la tibieza, en vez de la integridad.
Cuando elegimos la equidistancia, en vez de la rectitud.
La semana pasada, en una entrevista en uno de los podcast más escuchados del mundo, la actriz británica Emma Watson, Hermione Granger en las películas de Harry Potter, comentó que aún “atesoraba” su relación con J.K. Rowling, la creadora del universo que le dio fama mundial.
La escritora J.K. Rowling.
Sólo le faltó añadir “a pesar de”. A pesar de pensar como piensa, a pesar de opinar como opina.
El distanciamiento entre ambas comenzó en 2020, cuando Rowling publicó un ensayo en el que se mostraba firmemente contraria a la teoría de género y el movimiento transexual por considerarlo contrapuesto a los derechos de la mujer.
Una postura que le ha valido amenazas de violación y de tortura. También amenazas de muerte.
En ese momento, Watson se posicionó públicamente en defensa de "los derechos" de las personas trans, poniendo distancia con Rowling y sus opiniones.
Ahora, sin embargo, ha buscado tender unos puentes que Rowling no está dispuesta a cruzar.
Como escribió Rowling en un post en X, en respuesta a las declaraciones de Watson: “Los adultos no pueden esperar acercarse a un movimiento activista que regularmente pide el asesinato de un amigo y luego afirmar su derecho al amor de ese antiguo amigo”.
Según relata Rowling, en 2022, en el punto álgido de las amenazas contra ella, Watson le pasó una nota escrita a mano en la que le decía que sentía mucho por lo que estaba pasando, con la ilusoria esperanza, según comenta Rowling, de que “una simple frase de preocupación por su parte me tranquilizaría y me demostraría su simpatía y amabilidad fundamentales”.
Lo que viene a decir Rowling con esto es que, públicamente, Watson actuaba de una forma. En el ámbito privado, de otra bastante distinta.
En una de sus frases más arrolladoras, Rowling afirma que Watson tiene tan poca experiencia de la vida real, por la riqueza y fama con las que ha crecido, "que ignora lo ignorante que es".
El privilegio nubla el entendimiento, confunde la percepción de la realidad. Pero lo que parece molestar a Rowling no es solo la ignorancia de Emma y sus creencias de lujo.
Es su falta de coraje.
Aristóteles defendía que el coraje es la virtud suprema de los hombres, que sin ella no era posible que existiesen las demás. Ni la justicia, ni la honestidad.
Emma Watson, junto a sus compañeros de reparto en 'Harry Potter'.
El trasfondo del mensaje de Watson en la entrevista no ha sido cruel ni hiriente. Más bien todo lo contrario. Ha sido respetuoso, además de un claro intento de conciliar posturas.
Pero, sobre todo, ha sido un mensaje que ha llegado unos cuantos años tarde.
Porque un desacuerdo de opiniones es legítimo, pero no justifica amenazas de muerte.
No sólo lo valiente, sino también lo correcto, hubiese sido posicionarse públicamente hace años en contra de los ataques desorbitados hacia Rowling, por muy en desacuerdo que estuviese con ella.
Como dijo Dumbledore, son nuestras elecciones las que muestran lo que somos, mucho más que nuestras habilidades.
Procurar un acercamiento cuando el coste de hacerlo ha desaparecido, no es valentía.
El intento de neutralidad después del conflicto, el intento de imparcialidad, no es concordia. No es paz.
Es comodidad disfrazada de magnanimidad. En este caso, con cierto olor a cobardía.
