Me interesa la historia de Mar Flores porque es la historia de cómo la belleza y la libertad generan violencia.
La gente nunca ha soportado las cosas bonitas que les ignoran. La gente detesta las cosas brillantes si no son para ellos.
La gente hubiera descansado mejor por las noches si a Mar Flores se le hubiera desfigurado la cara.
Tenía la nariz tan pequeña y ese lunar. No le gustaba el dulce. Nunca se reía de verdad.
Recuerdo su boquita contenida de los noventa, siempre un escalón por debajo de la sonrisa. Nuestra Gioconda de Usera con melancolía preventiva. Una mujer bonita siempre sabe que va a ser destrozada. Lo que no sabe es cuándo.
La gente buscaba cilicios en la Teletienda para atraparle la pata suave a la cervatilla.
Mar Flores.
La gente se metía al final de la jornada en su edredón triste con su esposa triste y hacía el amor con tristeza y pensaba en silencio en Mar Flores.
La gente siempre ha estado un poco muerta de envidia y de asco y se pudre en directo, se corrompe a toda velocidad, como en los cuentos. Si achinas los ojos, lo ves. Si no, podrás olerlo.
Mi madre siempre ha dicho que más vale ser mona que guapa, porque las guapas dan coraje.
Oscar Wilde, que no conoció a mi madre pero hubiera hecho bien, escribió de modo prefeminista que una mujer inteligente sabe lo que tiene que hacer al entrar a una fiesta: ser amable con otras mujeres y ser indiferente frente a los hombres. Así las otras mujeres no la temerían y así los hombres la desearían más. Win-win.
Claro que Mar Flores no hizo nada de esto. Hizo lo que quiso y está bien.
Mar Flores no le ha caído bien a nadie en España, ni antes ni ahora.
Las mujeres odiaban a Mar Flores porque nunca iban a vivir en su osamenta larga ni en su carita de botón.
Las mujeres no querían sentarse a su lado en la mesa para no ser comparadas con ella.
Las mujeres se sentían la prima del pueblo cuando estaban con Mar Flores.
Las mujeres no querían ser amigas de Mar Flores para no tener que dejarlas a solas con su esposo en las sobremesas del verano en el porche mientras ellas iban a hacer pipí rapidísimo.
Las mujeres intuían que Mar Flores era el tipo de mujer en el que no puedes confiar, el tipo de mujer que podría arrebatártelo todo, el tipo de mujer que se pone a sí misma por delante del resto, el tipo de mujer que no tiene claro lo que quiere, pero tiene claro que quiere ganar.
Las mujeres sabían que cuando Mar Flores entraba en una habitación, cambiaba la suerte.
Los hombres odiaban a Mar Flores porque ella nunca los miraría.
Los hombres se hubieran mutilado un dedo de cuajo, el dedo índice, por haber hecho el amor con Mar Flores, aunque sólo hubiese sido una vez.
Los hombres habrían salido corriendo después para contárselo a todos sus amigos como quien levanta en las manos un trofeo de caza que aún sangra y gotea en la alfombra.
Los hombres nunca piensan tanto en su propio atractivo y se consuelan pensando que si fueran más ricos, podrían atraparla. Pero no son ricos. Y la verdad es que la mayor parte de las veces tampoco son guapos.
Los hombres nunca fueron amigos de Mar Flores: sólo estaban esperando su momento. Su turno.
Los hombres cocinan rabia dentro y se ayudan a sí mismos pensando que en algún lugar habrá un tipo cansado de acostarse con ella.
Hombres y mujeres bautizaron a Mar Flores como "la puta de España" para defenderse de ella. Para que pagase su tributo. Es verdad que ser puta en España no tiene ningún misterio. Ser puta en España es la cosa más fácil del mundo, especialmente en un país que adora a las vírgenes en los templos. A poco que menees la melena, ya eres puta. Eres sospechosamente puta todo el tiempo. Si eres mujer, si disfrutas tu vida sexual libremente, si eres ambiciosa, si eres molesta, te advierto que apenas podrás ser otra cosa que puta.
Esto está cambiando, pero cambia lento.
Mar Flores nunca ha hecho nada que no hayan hecho impunemente los hombres.
¿No se acuestan ellos con quien les apetece? ¿No se niegan a dar explicaciones? ¿No juegan sus cartas, los hombres? ¿No hacen y deshacen? ¿No tienen planes secretos?
Ser una mujer que folla con quien quiere es ser una mujer fatal. Ser un hombre que folla con quien quiere es simplemente ser un hombre.
Mar Flores en su hogar.
Mar Flores ha tenido que pagar cara su belleza. Cara de verdad. Esto no es Parthenope, esto no es una estetización poética de Sorrentino. Esto no es un paseo por el campo. Esto es la guerra de la belleza y acaba en decapitación.
Te harán pagar tu belleza hasta que llores lágrimas de sangre como las vírgenes de Cuarto Milenio. Te harán avergonzarte de tu belleza. Estás sucia de belleza. Tu belleza es nauseabunda. Tu belleza dolería menos muerta.
Traficas con tu belleza y vamos a humillarte. Agacharás tu hermosa calavera. Al menos podremos no mirarte de frente, al menos podremos no sentirnos incómodos con tu belleza y con todas las cosas que de nosotros revela.
Mar Flores contó que fue maltratada por su primer marido y contó que, cuando fue a denunciarlo, en la policía la ignoraron por ser Mar Flores: bella, famosa y con dinero. Mar Flores protagonizó en 1997 una película llamada Resultado final, de Juan Antonio Bardem, y cuando llegó al estreno en Gran Vía se encontró con una luna que decía “puta” colgando sobre el cartel del filme.
Mar Flores tuvo un corazón y lo rompió Bertín Osborne. Mar Flores vio sus fotos con otras chicas y dijo en voz alta: “Pero si no son tan monas”. Mar Flores siempre se sintió atraída por las cosas que hacían daño. Mar Flores se pregunta cuánto vale una mujer.
Mar Flores se responde que vale tanto como valga el último hombre con el que haya estado. Mar Flores tuvo novios y tuvo amantes, y qué. Mar Flores tuvo hombres que valían sólo para sujetarle el bolso. Mar Flores fue linchada. Mar Flores fue perseguida.
Mar Flores fue tachada de perversa e insaciable, de lianta. Mar Flores fue deshumanizada.
Mar Flores fue trampeada y expuesta en una portada de Interviú. Mar Flores estuvo a punto de morir por sobredosis de pastillas porque ya no soportaba las afrentas del mundo y eligió dormir. Mar Flores se reencontró con un viejo amigo, el empresario Javier Merino (que siempre había estado esperándola, paciente), y se casó con él y tuvo cuatro hijos para no sufrir más escarnio.
Mar Flores ha sido castrada y domesticada. Mar Flores ha estado veinte años viviendo como si fuera del Opus para intentar convencer a España de algo.
Mar Flores no es Virginia Woolf y no es Simone de Beauvoir y no es Audre Lorde. Mar Flores no es un icono del feminismo ni falta que hace. Es una mujer libre y merece respeto. Yo exijo respeto para Mar Flores.
Mar Flores quiere empezar de cero, pero España, que aún es palurda y reaccionaria y machista y envidiosa, no la deja, no la dejará nunca. En España, una puta es para siempre.
