María Pombo es pija, es guapa y es mujer.

Y aunque resulten características inocuas e irrelevantes, que María Pombo sea pija, guapa y mujer puede explicar la reacción visceral que han generado sus últimas declaraciones sobre la lectura.

Según ha explicado ella misma en un vídeo de TikTok, a la influencer española no le gusta leer.

Y, como comenta, este es un hecho que hay que aceptar y superar: “Hay gente que no le gusta leer”.

Una afirmación llamativa que ha rematado con unas palabras cargadas de reproche: “Y encima no sois mejores porque os guste leer”.

"Inculta", "paleta", "tonta". La lista de apelativos con la que los usuarios se han referido y han descrito a Pombo en la sección de los comentarios y mensajes directos de sus redes sociales es larga. Muy larga.

Y previsible.

Porque María Pombo es pija y es guapa y es mujer, y por estas tres características es el blanco ideal de las críticas. Da igual lo que opine o afirme.

Pongámonos si no en la tesitura de que, en vez de afirmar que no le gusta leer, María Pombo hubiese dicho de forma categórica que leer es lo único que merece la pena en este mundo.

Imaginemos que hubiese sentenciado que leer te hace mejor persona, que quien no lee es un paleto, un tonto y un inculto que lleva entre sus brazos la muerte de la civilización.

¿Qué se le hubiese dicho entonces? Que es una privilegiada y una clasista. Que el tiempo que dice dedicar a la lectura, seguro que lo invierte en maquillarse. Que la novela es una invención de la burguesía que tenía que llenar el tiempo que no dedicaba a trabajar con algo de entretenimiento. 

Que el libro es un símbolo de la opresión de la clase proletaria.

Da igual la naturaleza de la afirmación. A María Pombo le habrían llovido palos por ambas partes.

Pero siendo sinceros y dejando de lado quién ha hecho la afirmación, dejando de lado que María Pombo es pija y guapa y mujer.

Dejando de lado que es familia de Concha Espina y Álvaro Pombo.

Olvidándonos de que tiene millones de seguidores que escuchan lo que dice como si se tratase del mismísimo Oráculo de Delfos.

Y apartando la chulería con ciertos toques de soberbia que se detecta en sus palabras…

María Pombo tiene razón: leer no te hace mejor.

O, al menos, no directamente. La lectura no es un interruptor que, cuando lo activas, produce un efecto mágico y transformador y, de repente, sin previo aviso, sin tener que esforzarte ni poner nada de tu parte, te convierte en alguien más distinguido, en alguien más sabio. En alguien mejor. 

La lectura no funciona así y cualquiera que haya leído más de dos y más de tres libros lo sabrá. 

No deberíamos leer por querer ser mejores.

María Pombo en el Festival de Cine de San Sebastián en septiembre de 2023.

Deberíamos leer porque podemos, porque nos gusta. Porque nos produce un placer trabajoso y doloroso. Porque nos entretiene y nos exige a partes iguales. Porque, como dijo la escritora Joyce Carol Oates, “es el único medio por el que nos deslizamos, involuntariamente, a menudo sin remedio, en la piel de otro, en la voz de otro, en el alma de otro”.

Porque nos acompaña y extingue los atisbos de soledad que puedan habitar en nuestro interior. 

Deberíamos leer porque nos genera ese cosquilleo en la espina dorsal del que hablaba Vladímir Nabokov.

Porque nos zarandea y nos hiere.

Porque nos contrae y nos expande.

Porque nos permite fundar nuevos mundos.

Porque nos ofrece la capacidad de elegir y porque nos obliga a habitar toda la paleta de emociones de la que es capaz el ser humano.

Deberíamos leer porque nos encarrila en una dirección cuya brújula apunta hacia la verdad. De quiénes somos, de quiénes querríamos ser. 

Deberíamos leer porque nos encara con la libertad. 

Quien ama la lectura sabe que nadie te puede forzar a ello, porque se trata de un acto que no admite el imperativo. Es un prodigio que se te presenta sin tú haberlo buscado.

Por eso no deberíamos leer porque nos hace mejores ni creer que somos mejores porque leemos. 

La literatura es ya un milagro suficiente por sí misma.