Hace unos días, Pablo Iglesias comentó en una entrevista que no le temblaría el pulso "en nacionalizar farmacéuticas si tuviera el poder”. Se ha prestado mucha atención al hecho de que las farmacéuticas son multinacionales, y esto, claro, complicaría ligeramente el trámite de expropiación.

Pero su ignorancia sobre la realidad multinacional de las farmacéuticas no es lo relevante. Lo llamativo es que olvide la naturaleza plurinacional del ente desde el que pretende nacionalizarlas. ¿Cómo se nacionaliza desde una nación plurinacional?

Iglesias no especificó cuál de las ocho naciones que componen España (ministro de Política Territorial dixit) adquiriría la titularidad de las empresas nacionalizadas. Descartando a Castilla por centralista y a Galicia por indecisa, nos quedan seis. ¿Qué hacemos?

Ya existen las empresas multinacionales, pero las plurinacionales las inventaríamos nosotros. Creo que es un tema que debe debatirse con urgencia, no sea que tras la nacionalización de Pfizer no sepamos qué banderita ponerle en la Wikipedia.

Pero no se asusten los liberales. El afán nacionalizador de Podemos tiene un límite: todo es susceptible de ser nacionalizado, menos España. Cuando se trata de asegurar la titularidad común del territorio, la codicia privatizadora de Iglesias deja corto a Ludwig Von Mises. Su ansia por nacionalizar empresas es proporcional a su ansia por desnacionalizar el país que gobierna.

Podemos considera conveniente (y muy progresista) que una comunidad autónoma pueda decidir, unilateralmente, abstenerse de financiar los servicios públicos de otras regiones. Parece que su gran proyecto es ese: expropiar empresas mientras privatiza regiones.

Eso sí, que no falte el escándalo cuando algún insolidario decide trasladar su residencia para ahorrarse impuestos. Soy de letras, pero me atrevo a aventurar que si la financiación de los servicios públicos sufre por la mudanza de un youtuber, no soportaría la pérdida de siete millones de contribuyentes tras una hipotética secesión. Incluso se resentiría si se creara una hacienda propia (Hacienda éramos todos), como proponen algunos candidatos a la Presidencia de Cataluña.

Cuando dieron el alta a Mateo, el niño que superó la Covid tras once días en la UCI, Pablo Iglesias tuiteó: “Esto es posible gracias a la gente que paga impuestos en España”. Y tiene razón.

Pero le faltó añadir un detalle. Esto es posible gracias a que el hospital de Alcázar de San Juan no depende en exclusiva de los contribuyentes de Castilla la Mancha. Esto es posible gracias a que la recaudación de impuestos (con la salvedad de Navarra y País Vasco) se nacionaliza.

Porque patria, esa palabra que tanto les gusta restregar a los youtubers, es considerar que Mateo es el destinatario legítimo de los impuestos que paga Jordi.

“Si tuviera el poder” decía Pablo Iglesias. Tiene el poder para detener el proceso de parcelación identitaria de nuestro territorio, es decir, de impulsar una nacionalización cívica de lo común. Quizá pronto se ponga a ello.

Por el momento, ha nacionalizado a su niñera. Es un comienzo.