Iglesias desatado. Es lo que le hacía falta a España. Cuando más oscuro estaba todo, frente a Gonzo, los españoles vimos qué es lo que más le preocupa a cierta parte del Ejecutivo de Coalición: la felicidad de Carles Puigdemont.

Ni una autocrítica, ni un mirada al suelo. Ninguna duda sobre un gestión calamitosa de la cosa. Al Iglesias que se vio en lo de Gonzo a muchos nos vino a recordar a un vaquero chulángano de los del spaguetti western.

La realidad es que Pablo Iglesias va haciendo su agenda paralela en un Gobierno ineficaz: nieve o haga sol. Que las encuestas den los resultados que dan, que cada podemita sea un troll en potencia, poco importa. En una España como del Bosco, lo principal era sacar a Puigdemont como mártir (lo cual es ya grave) o al menos como exiliado. Un Machado locatis, vaya...

Lo peor de todo, no obstante, es el mesianismo vallecano con el que habla Iglesias, la testosterona moral con la que se mueve y que ahora tiene por objeto vital lo de ir a cornear día sí y día también a la parte más potable del Ejecutivo. Así pasa Iglesias los días, así busca el aplauso de los suyos, que vuelven a caber en un taxi pero han conseguido la conquista del Estado, o al menos folios del CNI, lo cual no es moco de pavo.

En realidad, la entrevista de Iglesias fue un ajuste de cuentas con sí mismo: con el Iglesias de 2017 o de antes para confirmarse en eso: en que el moño y la alfombra no lo han cambiado. O así quiere presentarse en estos tiempos recios. La televisión tiene en Iglesias la facilidad de sacarle los peores monstruos, y esto, en tiempos de propaganda, es hasta de agradecer. 

Al vicepresidente quizá lo desautoricen con pellizcos de monja. Sólo él tiene el motor de la implosión de Frankenstein. Cuando se aburra del poder, que todo cansa, hasta las musas, sabe que el cargo de asesor en bananerías bolivarianas vuelve a cotizar muy alto. Es el sino de todo vicepresidente, desde que el mundo es mundo. E incluso desde antes. 

Iglesias está desatado, se va quitando de las calles la nieve sucia, y en España caen plagas bíblicas. Tranquilidad y buenos alimentos. El Cielo por arrebato y así...